EL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS
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Capítulo 1
- 1:1
- HABIENDO muchos tentado á poner en orden la historia de las cosas que
entre nosotros han sido ciertísimas,
- 1:2
- Como nos lo enseñaron los que desde el principio lo vieron por sus ojos, y
fueron ministros de la palabra;
- 1:3
- Me ha parecido también á mí, después de haber entendido todas las cosas
desde el principio con diligencia, escribírtelas por orden, oh muy buen
Teófilo,
- 1:4
- Para que conozcas la verdad de las cosas en las cuales has sido enseñado.
- 1:5
- HUBO en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote llamado Zacarías,
de la suerte de Abías; y su mujer, de las hijas de Aarón, llamada Elisabet.
- 1:6
- Y eran ambos justos delante de Dios, andando sin reprensión en todos los
mandamientos y estatutos del Señor.
- 1:7
- Y no tenían hijo, porque Elisabet era estéril, y ambos eran avanzados en
días.
- 1:8
- Y aconteció que ejerciendo Zacarías el sacerdocio delante de Dios por el
orden de su vez,
- 1:9
- Conforme á la costumbre del sacerdocio, salió en suerte á poner el
incienso, entrando en el templo del Señor.
- 1:10
- Y toda la multitud del pueblo estaba fuera orando á la hora del incienso.
- 1:11
- Y se le apareció el ángel del Señor puesto en pie á la derecha del altar
del incienso.
- 1:12
- Y se turbó Zacarías viéndole, y cayó temor sobre Él.
- 1:13
- Mas el ángel le dijo: Zacarías, no temas; porque tu oración ha sido oída,
y tu mujer Elisabet te parirá un hijo, y llamarás su nombre Juan.
- 1:14
- Y tendrás gozo y alegría, y muchos se gozarán de su nacimiento.
- 1:15
- Porque será grande delante de Dios, y no beberá vino ni sidra; y será
lleno del Espíritu Santo, aun desde el seno de su madre.
- 1:16
- Y á muchos de los hijos de Israel convertirá al Señor Dios de ellos.
- 1:17
- Porque Él irá delante de Él con el espíritu y virtud de Elías, para
convertir los corazones de los padres á los hijos, y los rebeldes á la
prudencia de los justos, para aparejar al Señor un pueblo apercibido.
- 1:18
- Y dijo Zacarías al ángel: ¿En qué conoceré esto? porque yo soy viejo, y mi
mujer avanzada en días.
- 1:19
- Y respondiendo el ángel le dijo: Yo soy Gabriel, que estoy delante de
Dios; y soy enviado á hablarte, y á darte estas buenas nuevas.
- 1:20
- Y he aquí estarás mudo y no podrás hablar, hasta el día que esto sea
hecho, por cuanto no creíste á mis palabras, las cuales se cumplirán á su
tiempo.
- 1:21
- Y el pueblo estaba esperando á Zacarías, y se maravillaban de que Él se
detuviese en el templo.
- 1:22
- Y saliendo, no les podía hablar: y entendieron que había visto visión en
el templo: y Él les hablaba por señas, y quedó mudo.
- 1:23
- Y fué, que cumplidos los días de su oficio, se vino á su casa.
- 1:24
- Y después de aquellos días concibió su mujer Elisabet, y se encubrió por
cinco meses, diciendo:
- 1:25
- Porque el Señor me ha hecho así en los días en que miró para quitar mi
afrenta entre los hombres.
- 1:26
- Y al sexto mes, el ángel Gabriel fué enviado de Dios á una ciudad de
Galilea, llamada Nazaret,
- 1:27
- A una virgen desposada con un varón que se llamaba José, de la casa de
David: y el nombre de la virgen era María.
- 1:28
- Y entrando el ángel á donde estaba, dijo, ¡Salve, muy favorecida! el Señor
es contigo: bendita tú entre las mujeres.
- 1:29
- Mas ella, cuando le vió, se turbó de sus palabras, y pensaba qué
salutación fuese ésta.
- 1:30
- Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia
cerca de Dios.
- 1:31
- Y he aquí, concebirás en tu seno, y parirás un hijo, y llamarás su nombre
JESUS.
- 1:32
- Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo: y le dará el Señor
Dios el trono de David su padre:
- 1:33
- Y reinará en la casa de Jacob por siempre; y de su reino no habrá fin.
- 1:34
- Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? porque no conozco varón.
- 1:35
- Y respondiendo el ángel le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la
virtud del Altísimo te hará sombra; por lo cual también lo Santo que nacerá,
será llamado Hijo de Dios.
- 1:36
- Y he aquí, Elisabet tu parienta, también ella ha concebido hijo en su
vejez; y este es el sexto mes á ella que es llamada la estéril:
- 1:37
- Porque ninguna cosa es imposible para Dios.
- 1:38
- Entonces María dijo: He aquí la sierva del Señor; hágase á mí conforme á
tu palabra. Y el ángel partió de ella.
- 1:39
- En aquellos días levantándose María, fué á la montaña con priesa, á una
ciudad de Judá;
- 1:40
- Y entró en casa de Zacarías, y saludó á Elisabet.
- 1:41
- Y aconteció, que como oyó Elisabet la salutación de María, la criatura
saltó en su vientre; y Elisabet fué llena del Espíritu Santo,
- 1:42
- Y exclamó á gran voz, y dijo. Bendita tú entre las mujeres, y bendito el
fruto de tu vientre.
- 1:43
- ¿Y de dónde esto á mí, que la madre de mi Señor venga á mí?
- 1:44
- Porque he aquí, como llegó la voz de tu salutación á mis oídos, la
criatura saltó de alegría en mi vientre.
- 1:45
- Y bienaventurada la que creyó, porque se cumplirán las cosas que le fueron
dichas de parte del Señor.
- 1:46
- Entonces María dijo: engrandece mi alma al Señor;
- 1:47
- Y mi espíritu se alegró en Dios mi Salvador,
- 1:48
- Porque ha mirado á la bajeza de su criada; Porque he aquí, desde ahora me
dirán bienaventurada todas las generaciones.
- 1:49
- Porque me ha hecho grandes cosas el Poderoso; Y santo es su nombre.
- 1:50
- Y su misericordia de generación á generación A los que le temen.
- 1:51
- Hizo valentía con su brazo: Esparció los soberbios del pensamiento de su
corazón.
- 1:52
- Quitó los poderosos de los tronos, Y levantó á los humildes.
- 1:53
- A los hambrientos hinchió de bienes; Y á los ricos envió vacíos.
- 1:54
- Recibió á Israel su siervo, acordándose de la misericordia.
- 1:55
- Como habló á nuestros padres A Abraham y á su simiente para siempre.
- 1:56
- Y se quedó María con ella como tres meses: después se volvió á su casa.
- 1:57
- Y á Elisabet se le cumplió el tiempo de parir, y parió un hijo.
- 1:58
- Y oyeron los vecinos y los parientes que Dios había hecho con ella grande
misericordia, y se alegraron con ella.
- 1:59
- Y aconteció, que al octavo día vinieron para circuncidar al niño; y le
llamaban del nombre de su padre, Zacarías.
- 1:60
- Y respondiendo su madre, dijo: No; sino Juan será llamado.
- 1:61
- Y le dijeron: ¿Por qué? nadie hay en tu parentela que se llame de este
nombre.
- 1:62
- Y hablaron por señas á su padre, cómo le quería llamar.
- 1:63
- Y demandando la tablilla, escribió, diciendo: Juan es su nombre. Y todos
se maravillaron.
- 1:64
- Y luego fué abierta su boca y su lengua, y habló bendiciendo á Dios.
- 1:65
- Y fué un temor sobre todos los vecinos de ellos; y en todas las montañas
de Judea fueron divulgadas todas estas cosas.
- 1:66
- Y todos los que las oían, las conservaban en su corazón, diciendo: ¿Quién
será este niño? Y la mano del Señor estaba con Él.
- 1:67
- Y Zacarías su padre fué lleno de Espíritu Santo, y profetizó, diciendo:
- 1:68
- Bendito el Señor Dios de Israel, Que ha visitado y hecho redención á su
pueblo,
- 1:69
- Y nos alzó un cuerno de salvación En la casa de David su siervo,
- 1:70
- Como habló por boca de sus santos profetas que fueron desde el principio:
- 1:71
- Salvación de nuestros enemigos, y de mano de todos los que nos
aborrecieron;
- 1:72
- Para hacer misericordia con nuestros padres, Y acordándose de su santo
pacto;
- 1:73
- Del juramento que juró á Abraham nuestro padre, Que nos había de dar,
- 1:74
- Que sin temor librados de nuestros enemigos, Le serviríamos
- 1:75
- En santidad y en justicia delante de Él, todos los días nuestros.
- 1:76
- Y tú, niño, profeta del Altísimo serás llamado; Porque irás ante la faz
del Señor, para aparejar sus caminos;
- 1:77
- Dando conocimiento de salud á su pueblo, Para remisión de sus pecados,
- 1:78
- Por las entrañas de misericordia de nuestro Dios, Con que nos visitó de lo
alto el Oriente,
- 1:79
- Para dar luz á los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte; Para
encaminar nuestros pies por camino de paz.
- 1:80
- Y el niño crecía, y se fortalecía en espíritu: y estuvo en los desiertos
hasta el día que se mostró á Israel.
Capítulo 2
- 2:1
- Y ACONTECIÓ en aquellos días que salió edicto de parte de Augusto César,
que toda la tierra fuese empadronada.
- 2:2
- Este empadronamiento primero fué hecho siendo Cirenio gobernador de la
Siria.
- 2:3
- E iban todos para ser empadronados, cada uno á su ciudad.
- 2:4
- Y subió José de Galilea, de la ciudad de Nazaret, á Judea, á la ciudad de
David, que se llama Bethlehem, por cuanto era de la casa y familia de David;
- 2:5
- Para ser empadronado con María su mujer, desposada con Él, la cual estaba
encinta.
- 2:6
- Y aconteció que estando ellos allí, se cumplieron los días en que ella
había de parir.
- 2:7
- Y parió á su hijo primogénito, y le envolvió en pañales, y acostóle en un
pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón.
- 2:8
- Y había pastores en la misma tierra, que velaban y guardaban las vigilias
de la noche sobre su ganado.
- 2:9
- Y he aquí el ángel del Señor vino sobre ellos, y la claridad de Dios los
cercó de resplandor; y tuvieron gran temor.
- 2:10
- Mas el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran
gozo, que será para todo el pueblo:
- 2:11
- Que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el
Señor.
- 2:12
- Y esto os será por señal: hallaréis al niño envuelto en pañales, echado en
un pesebre.
- 2:13
- Y repentinamente fué con el ángel una multitud de los ejércitos
celestiales, que alababan á Dios, y decían:
- 2:14
- Gloria en las alturas á Dios, Y en la tierra paz, buena voluntad para con
los hombres.
- 2:15
- Y aconteció que como los ángeles se fueron de ellos al cielo, los pastores
dijeron los unos á los otros: Pasemos pues hasta Bethlehem, y veamos esto que
ha sucedido, que el Señor nos ha manifestado.
- 2:16
- Y vinieron apriesa, y hallaron á María, y á José, y al niño acostado en el
pesebre.
- 2:17
- Y viéndolo, hicieron notorio lo que les había sido dicho del niño.
- 2:18
- Y todos los que oyeron, se maravillaron de lo que los pastores les decían.
- 2:19
- Mas María guardaba todas estas cosas, confiriéndolas en su corazón.
- 2:20
- Y se volvieron los pastores glorificando y alabando á Dios de todas las
cosas que habían oído y visto, como les había sido dicho.
- 2:21
- Y pasados los ocho días para circuncidar al niño, llamaron su nombre
JESUS; el cual le fué puesto por el ángel antes que Él fuese concebido en el
vientre.
- 2:22
- Y como se cumplieron los días de la purificación de ella, conforme á la
ley de Moisés, le trajeron á Jerusalem para presentarle al Señor,
- 2:23
- (Como está escrito en la ley del Señor: Todo varón que abriere la matriz,
será llamado santo al Señor),
- 2:24
- Y para dar la ofrenda, conforme á lo que está dicho en la ley del Señor:
un par de tórtolas, ó dos palominos.
- 2:25
- Y he aquí, había un hombre en Jerusalem, llamado Simeón, y este hombre,
justo y pío, esperaba la consolación de Israel: y el Espíritu Santo era sobre
Él.
- 2:26
- Y había recibido respuesta del Espíritu Santo, que no vería la muerte
antes que viese al Cristo del Señor.
- 2:27
- Y vino por Espíritu al templo. Y cuando metieron al niño Jesús sus padres
en el templo, para hacer por Él conforme á la costumbre de la ley.
- 2:28
- Entonces Él le tomó en sus brazos, y bendijo á Dios, y dijo:
- 2:29
- Ahora despides, Señor, á tu siervo, Conforme á tu palabra, en paz;
- 2:30
- Porque han visto mis ojos tu salvación,
- 2:31
- La cual has aparejado en presencia de todos los pueblos;
- 2:32
- Luz para ser revelada á los Gentiles, Y la gloria de tu pueblo Israel.
- 2:33
- Y José y su madre estaban maravillados de las cosas que se decían de Él.
- 2:34
- Y los bendijo Simeón, y dijo á su madre María: He aquí, éste es puesto
para caída y para levantamiento de muchos en Israel; y para señal á la que
será contradicho;
- 2:35
- Y una espada traspasará tu alma de ti misma, para que sean manifestados
los pensamientos de muchos corazones.
- 2:36
- Estaba también allí Ana, profetisa, hija de Phanuel, de la tribu de Aser;
la cual había venido en grande edad, y había vivido con su marido siete años
desde su virginidad;
- 2:37
- Y era viuda de hasta ochenta y cuatro años, que no se apartaba del templo,
sirviendo de noche y de día con ayunos y oraciones.
- 2:38
- Y ésta, sobreviniendo en la misma hora, juntamente confesaba al Señor, y
hablaba de Él á todos los que esperaban la redención en Jerusalem.
- 2:39
- Mas como cumplieron todas las cosas según la ley del Señor, se volvieron á
Galilea, á su ciudad de Nazaret.
- 2:40
- Y el niño crecía, y fortalecíase, y se henchía de sabiduría; y la gracia
de Dios era sobre Él.
- 2:41
- E iban sus padres todos los años á Jerusalem en la fiesta de la Pascua.
- 2:42
- Y cuando fué de doce años, subieron ellos á Jerusalem conforme á la
costumbre del día de la fiesta.
- 2:43
- Y acabados los días, volviendo ellos, se quedó el niño Jesús en Jerusalem,
sin saberlo José y su madre.
- 2:44
- Y pensando que estaba en la compañía, anduvieron camino de un día; y le
buscaban entre los parientes y entre los conocidos:
- 2:45
- Mas como no le hallasen, volvieron á Jerusalem buscándole.
- 2:46
- Y aconteció, que tres días después le hallaron en el templo, sentado en
medio de los doctores, oyéndoles y preguntándoles.
- 2:47
- Y todos los que le oían, se pasmaban de su entendimiento y de sus
respuestas.
- 2:48
- Y cuando le vieron, se maravillaron; y díjole su madre: Hijo, ¿por qué nos
has hecho así? He aquí, tu padre y yo te hemos buscado con dolor.
- 2:49
- Entonces Él les dice: ¿Qué hay? ¿por qué me buscabais? ¿No sabíais que en
los negocios de mi Padre me conviene estar?
- 2:50
- Mas ellos no entendieron las palabras que les habló.
- 2:51
- Y descendió con ellos, y vino á Nazaret, y estaba sujeto á ellos. Y su
madre guardaba todas estas cosas en su corazón.
- 2:52
- Y Jesús crecía en sabiduría, y en edad, y en gracia para con Dios y los
hombres.
Capítulo 3
- 3:1
- Y EN el año quince del imperio de Tiberio César, siendo gobernador de
Judea Poncio Pilato, y Herodes tetrarca de Galilea, y su hermano Felipe
tetrarca de Iturea y de la provincia de Traconite, y Lisanias tetrarca de
Abilinia,
- 3:2
- Siendo sumos sacerdotes Anás y Caifás, vino palabra del Señor sobre Juan,
hijo de Zacarías, en el desierto.
- 3:3
- Y Él vino por toda la tierra al rededor del Jordán predicando el bautismo
del arrepentimiento para la remisión de pecados;
- 3:4
- Como está escrito en el libro de las palabras del profeta Isaías que dice:
Voz del que clama en el desierto: Aparejad el camino del Señor, Haced derechas
sus sendas.
- 3:5
- Todo valle se henchirá, Y bajaráse todo monte y collado; Y los caminos
torcidos serán enderezados, Y los caminos ásperos allanados;
- 3:6
- Y verá toda carne la salvación de Dios.
- 3:7
- Y decía á las gentes que salían para ser bautizadas de Él: ¡Oh generación
de víboras, quién os enseñó á huir de la ira que vendrá?
- 3:8
- Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento, y no comencéis á decir en
vosotros mismos: Tenemos á Abraham por padre: porque os digo que puede Dios,
aun de estas piedras, levantar hijos á Abraham.
- 3:9
- Y ya también el hacha está puesta á la raíz de los árboles: todo árbol
pues que no hace buen fruto, es cortado, y echado en el fuego.
- 3:10
- Y las gentes le preguntaban, diciendo: ¿Pues qué haremos?
- 3:11
- Y respondiendo, les dijo: El que tiene dos túnicas, dé al que no tiene; y
el que tiene qué comer, haga lo mismo.
- 3:12
- Y vinieron también publicanos para ser bautizados, y le dijeron: Maestro,
¿qué haremos?
- 3:13
- Y Él les dijo: No exijáis más de lo que os está ordenado.
- 3:14
- Y le preguntaron también los soldados, diciendo: Y nosotros, ¿qué haremos?
Y les dice: No hagáis extorsión á nadie, ni calumniéis; y contentaos con
vuestras pagas.
- 3:15
- Y estando el pueblo esperando, y pensando todos de Juan en sus corazones,
si Él fuese el Cristo,
- 3:16
- Respondió Juan, diciendo á todos: Yo, á la verdad, os bautizo en agua; mas
viene quien es más poderoso que yo, de quien no soy digno de desatar la correa
de sus zapatos: Él os bautizará en Espíritu Santo y fuego;
- 3:17
- Cuyo bieldo está en su mano, y limpiará su era, y juntará el trigo en su
alfolí, y la paja quemará en fuego que nunca se apagará.
- 3:18
- Y amonestando, otras muchas cosas también anunciaba al pueblo.
- 3:19
- Entonces Herodes el tetrarca, siendo reprendido por Él á causa de
Herodías, mujer de Felipe su hermano, y de todas las maldades que había hecho
Herodes,
- 3:20
- Añadió también esto sobre todo, que encerró á Juan en la cárcel.
- 3:21
- Y aconteció que, como todo el pueblo se bautizaba, también Jesús fué
bautizado; y orando, el cielo se abrió,
- 3:22
- Y descendió el Espíritu Santo sobre Él en forma corporal, como paloma, y
fué hecha una voz del cielo que decía: Tú eres mi Hijo amado, en ti me he
complacido.
- 3:23
- Y el mismo Jesús comenzaba á ser como de treinta años, hijo de José, como
se creía; que fué hijo de Elí,
- 3:24
- Que fué de Mathat, que fué de Leví, que fué Melchî, que fué de Janna, que
fué de José,
- 3:25
- Que fué de Mattathías, que fué de Amós, que fué de Nahum, que fué de Esli,
- 3:26
- Que fué de Naggai, que fué de Maat, que fué de Matthathías, que fué de
Semei, que fué de José, que fué de Judá,
- 3:27
- Que fué de Joanna, que fué de Rhesa, que fué de Zorobabel, que fué de
Salathiel,
- 3:28
- Que fué de Neri, que fué de Melchî, que fué de Abdi, que fué de Cosam, que
fué de Elmodam, que fué de Er,
- 3:29
- Que fué de Josué, que fué de Eliezer, que fué de Joreim, que fué de
Mathat,
- 3:30
- Que fué de Leví, que fué de Simeón, que fué de Judá, que fué de José, que
fué de Jonán, que fué de Eliachîm,
- 3:31
- Que fué de Melea, que fué de Mainán, que fué de Mattatha, que fué de
Nathán,
- 3:32
- Que fué de David, que fué de Jessé, que fué de Obed, que fué de Booz, que
fué de Salmón, que fué de Naassón,
- 3:33
- Que fué de Aminadab, que fué de Aram, que fué de Esrom, que fué de Phares,
- 3:34
- Que fué de Judá, que fué de Jacob, que fué de Isaac, que fué de Abraham,
que fué de Thara, que fué de Nachôr,
- 3:35
- Que fué de Saruch, que fué de Ragau, que fué de Phalec, que fué de Heber,
- 3:36
- Que fué de Sala, que fué de Cainán, Arphaxad, que fué de Sem, que fué de
Noé, que fué de Lamech,
- 3:37
- Que fué de Mathusala, que fué de Enoch, que fué de Jared, que fué de
Maleleel,
- 3:38
- Que fué de Cainán, que fué de Enós, que fué de Seth, que fué de Adam, que
fué de Dios.
Capítulo 4
- 4:1
- Y JESÚS, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán, y fué llevado por el
Espíritu al desierto
- 4:2
- Por cuarenta días, y era tentado del diablo. Y no comió cosa en aquellos
días: los cuales pasados, tuvo hambre.
- 4:3
- Entonces el diablo le dijo: Si eres Hijo de Dios, di á esta piedra que se
haga pan.
- 4:4
- Y Jesús respondiéndole, dijo: Escrito está: Que no con pan solo vivirá el
hombre, mas con toda palabra de Dios.
- 4:5
- Y le llevó el diablo á un alto monte, y le mostró en un momento de tiempo
todos los reinos de la tierra.
- 4:6
- Y le dijo el diablo: A ti te daré toda esta potestad, y la gloria de
ellos; porque á mí es entregada, y á quien quiero la doy:
- 4:7
- Pues si tú adorares delante de mí, serán todos tuyos.
- 4:8
- Y respondiendo Jesús, le dijo: Vete de mí, Satanás, porque escrito está: A
tu Señor Dios adorarás, y á Él solo servirás.
- 4:9
- Y le llevó á Jerusalem, y púsole sobre las almenas del templo, y le dijo:
Si eres Hijo de Dios, échate de aquí abajo:
- 4:10
- Porque escrito está: Que á sus ángeles mandará de ti, que te guarden;
- 4:11
- Y En las manos te llevarán, Porque no dañes tu pie en piedra.
- 4:12
- Y respondiendo Jesús, le dijo: Dicho está: No tentarás al Señor tu Dios.
- 4:13
- Y acabada toda tentación, el diablo se fué de Él por un tiempo.
- 4:14
- Y Jesús volvió en virtud del Espíritu á Galilea, y salió la fama de Él por
toda la tierra de alrededor,
- 4:15
- Y enseñaba en las sinagogas de ellos, y era glorificado de todos.
- 4:16
- Y vino á Nazaret, donde había sido criado; y entró, conforme á su
costumbre, el día del sábado en la sinagoga, y se levantó á leer.
- 4:17
- Y fuéle dado el libro del profeta Isaías; y como abrió el libro, halló el
lugar donde estaba escrito:
- 4:18
- El Espíritu del Señor es sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas
nuevas á los pobres: Me ha enviado para sanar á los quebrantados de corazón;
Para pregonar á los cautivos libertad, Y á los ciegos vista; Para poner en
libertad á los quebrantados:
- 4:19
- Para predicar el año agradable del Señor.
- 4:20
- Y rollando el libro, lo dió al ministro, y sentóse: y los ojos de todos en
la sinagoga estaban fijos en Él.
- 4:21
- Y comenzó á decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura en vuestros oídos.
- 4:22
- Y todos le daban testimonio, y estaban maravillados de las palabras de
gracia que salían de su boca, y decían: ¿No es éste el hijo de José?
- 4:23
- Y les dijo: Sin duda me diréis este refrán: Médico, cúrate á ti mismo: de
tantas cosas que hemos oído haber sido hechas en Capernaum, haz también aquí
en tu tierra.
- 4:24
- Y dijo: De cierto os digo, que ningún profeta es acepto en su tierra.
- 4:25
- Mas en verdad os digo, que muchas viudas había en Israel en los días de
Elías, cuando el cielo fué cerrado por tres años y seis meses, que hubo una
grande hambre en toda la tierra;
- 4:26
- Pero á ninguna de ellas fué enviado Elías, sino á Sarepta de Sidón, á una
mujer viuda.
- 4:27
- Y muchos leprosos había en Israel en tiempo del profeta Eliseo; mas
ninguno de ellos fué limpio, sino Naamán el Siro.
- 4:28
- Entonces todos en la sinagoga fueron llenos de ira, oyendo estas cosas;
- 4:29
- Y levantándose, le echaron fuera de la ciudad, y le llevaron hasta la
cumbre del monte sobre el cual la ciudad de ellos estaba edificada, para
despeñarle.
- 4:30
- Mas Él, pasando por medio de ellos, se fué.
- 4:31
- Y descendió á Capernaum, ciudad de Galilea. Y los enseñaba en los sábados.
- 4:32
- Y se maravillaban de su doctrina, porque su palabra era con potestad.
- 4:33
- Y estaba en la sinagoga un hombre que tenía un espíritu de un demonio
inmundo, el cual exclamó á gran voz,
- 4:34
- Diciendo: Déjanos, ¿qué tenemos contigo Jesús Nazareno? ¿has venido á
destruirnos? Yo te conozco quién eres, el Santo de Dios.
- 4:35
- Y Jesús le increpó, diciendo: Enmudece, y sal de Él. Entonces el demonio,
derribándole en medio, salió de Él, y no le hizo daño alguno.
- 4:36
- Y hubo espanto en todos, y hablaban unos á otros, diciendo: ¿Qué palabra
es ésta, que con autoridad y potencia manda á los espíritus inmundos, y salen?
- 4:37
- Y la fama de Él se divulgaba de todas partes por todos los lugares de la
comarca.
- 4:38
- Y levantándose Jesús de la sinagoga, entró en casa de Simón: y la suegra
de Simón estaba con una grande fiebre; y le rogaron por ella.
- 4:39
- E inclinándose hacia ella, riñó á la fiebre; y la fiebre la dejó; y ella
levantándose luego, les servía.
- 4:40
- Y poniéndose el sol, todos los que tenían enfermos de diversas
enfermedades, los traían á Él; y Él poniendo las manos sobre cada uno de
ellos, los sanaba.
- 4:41
- Y salían también demonios de muchos, dando voces, y diciendo: Tú eres el
Hijo de Dios. Mas riñéndolos no les dejaba hablar; porque sabían que Él era el
Cristo.
- 4:42
- Y siendo ya de día salió, y se fué á un lugar desierto: y las gentes le
buscaban, y vinieron hasta Él; y le detenían para que no se apartase de ellos.
- 4:43
- Mas Él les dijo: Que también á otras ciudades es necesario que anuncie el
evangelio del reino de Dios; porque para esto soy enviado.
- 4:44
- Y predicaba en las sinagogas de Galilea.
Capítulo 5
- 5:1
- Y ACONTECIÓ, que estando Él junto al lago de Genezaret, las gentes se
agolpaban sobre Él para oir la palabra de Dios.
- 5:2
- Y vió dos barcos que estaban cerca de la orilla del lago: y los
pescadores, habiendo descendido de ellos, lavaban sus redes.
- 5:3
- Y entrado en uno de estos barcos, el cual era de Simón, le rogó que lo
desviase de tierra un poco; y sentándose, enseñaba desde el barco á las
gentes.
- 5:4
- Y como cesó de hablar, dijo á Simón: Tira á alta mar, y echad vuestras
redes para pescar.
- 5:5
- Y respondiendo Simón, le dijo: Maestro, habiendo trabajado toda la noche,
nada hemos tomado; mas en tu palabra echaré la red.
- 5:6
- Y habiéndolo hecho, encerraron gran multitud de pescado, que su red se
rompía.
- 5:7
- E hicieron señas á los compañeros que estaban en el otro barco, que
viniesen á ayudarles; y vinieron, y llenaron ambos barcos, de tal manera que
se anegaban.
- 5:8
- Lo cual viendo Simón Pedro, se derribó de rodillas á Jesús, diciendo:
Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador.
- 5:9
- Porque temor le había rodeado, y á todos los que estaban con Él, de la
presa de los peces que habían tomado;
- 5:10
- Y asimismo á Jacobo y á Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de
Simón. Y Jesús dijo á Simón: No temas: desde ahora pescarás hombres.
- 5:11
- Y como llegaron á tierra los barcos, dejándolo todo, le siguieron.
- 5:12
- Y aconteció que estando en una ciudad, he aquí un hombre lleno de lepra,
el cual viendo á Jesús, postrándose sobre el rostro, le rogó, diciendo: Señor,
si quieres, puedes limpiarme.
- 5:13
- Entonces, extendiendo la mano, le tocó diciendo: Quiero: sé limpio. Y
luego la lepra se fué de Él.
- 5:14
- Y Él le mandó que no lo dijese á nadie: Mas ve, díjole, muéstrate al
sacerdote, y ofrece por tu limpieza, como mandó Moisés, para testimonio á
ellos.
- 5:15
- Empero tanto más se extendía su fama: y se juntaban muchas gentes á oir y
ser sanadas de sus enfermedades.
- 5:16
- Mas Él se apartaba á los desiertos, y oraba.
- 5:17
- Y aconteció un día, que Él estaba enseñando, y los Fariseos y doctores de
la ley estaban sentados, los cuales habían venido de todas las aldeas de
Galilea, y de Judea y Jerusalem: y la virtud del Señor estaba allí para
sanarlos.
- 5:18
- Y he aquí unos hombres, que traían sobre un lecho un hombre que estaba
paralítico; y buscaban meterle, y ponerle delante de Él.
- 5:19
- Y no hallando por donde meterle á causa de la multitud, subieron encima de
la casa, y por el tejado le bajaron con el lecho en medio, delante de Jesús;
- 5:20
- El cual, viendo la fe de ellos, le dice: Hombre, tus pecados te son
perdonados.
- 5:21
- Entonces los escribas y los Fariseos comenzaron á pensar, diciendo: ¿Quién
es éste que habla blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados sino sólo Dios?
- 5:22
- Jesús entonces, conociendo los pensamientos de ellos, respondiendo les
dijo: ¿Qué pensáis en vuestros corazones?
- 5:23
- ¿Qué es más fácil, decir: Tus pecados te son perdonados, ó decir:
Levántate y anda?
- 5:24
- Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra de
perdonar pecados, (dice al paralítico): A ti digo, levántate, toma tu lecho, y
vete á tu casa.
- 5:25
- Y luego, levantándose en presencia de ellos, y tomando aquel en que estaba
echado, se fué á su casa, glorificando á Dios.
- 5:26
- Y tomó espanto á todos, y glorificaban á Dios; y fueron llenos del temor,
diciendo: Hemos visto maravillas hoy.
- 5:27
- Y después de estas cosas salió, y vió á un publicano llamado Leví, sentado
al banco de los públicos tributos, y le dijo: Sígueme.
- 5:28
- Y dejadas todas las cosas, levantándose, le siguió.
- 5:29
- E hizo Leví gran banquete en su casa; y había mucha compañía de publicanos
y de otros, los cuales estaban á la mesa con ellos.
- 5:30
- Y los escribas y los Fariseos murmuraban contra sus discípulos, diciendo:
¿Por qué coméis y bebéis con los publicanos y pecadores?
- 5:31
- Y respondiendo Jesús, les dijo: Los que están sanos no necesitan médico,
sino los que están enfermos.
- 5:32
- No he venido á llamar justos, sino pecadores á arrepentimiento.
- 5:33
- Entonces ellos le dijeron: ¿Por qué los discípulos de Juan ayunan muchas
veces y hacen oraciones, y asimismo los de los Fariseos, y tus discípulos
comen y beben?
- 5:34
- Y Él les dijo: ¿Podéis hacer que los que están de bodas ayunen, entre
tanto que el esposo está con ellos?
- 5:35
- Empero vendrán días cuando el esposo les será quitado: entonces ayunarán
en aquellos días.
- 5:36
- Y les decía también una parábola: Nadie mete remiendo de paño nuevo en
vestido viejo; de otra manera el nuevo rompe, y al viejo no conviene remiendo
nuevo.
- 5:37
- Y nadie echa vino nuevo en cueros viejos; de otra manera el vino nuevo
romperá los cueros, y el vino se derramará, y los cueros se perderán.
- 5:38
- Mas el vino nuevo en cueros nuevos se ha de echar; y lo uno y lo otro se
conserva.
- 5:39
- Y ninguno que bebiere del añejo, quiere luego el nuevo; porque dice: El
añejo es mejor.
Capítulo 6
- 6:1
- Y ACONTECIÓ que pasando Él por los sembrados en un sábado segundo del
primero, sus discípulos arrancaban espigas, y comían, restregándolas con las
manos.
- 6:2
- Y algunos de los Fariseos les dijeron: ¿Por qué hacéis lo que no es lícito
hacer en los sábados?
- 6:3
- Y respondiendo Jesús les dijo: ¿Ni aun esto habéis leído, qué hizo David
cuando tuvo hambre, Él, y los que con Él estaban;
- 6:4
- Cómo entró en la casa de Dios, y tomó los panes de la proposición, y
comió, y dió también á los que estaban con Él, los cuales no era lícito comer,
sino á solos los sacerdotes?
- 6:5
- Y les decía. El Hijo del hombre es Señor aun del sábado.
- 6:6
- Y aconteció también en otro sábado, que Él entró en la sinagoga y
enseñaba; y estaba allí un hombre que tenía la mano derecha seca.
- 6:7
- Y le acechaban los escribas y los Fariseos, si sanaría en sábado, por
hallar de qué le acusasen.
- 6:8
- Mas Él sabía los pensamientos de ellos; y dijo al hombre que tenía la mano
seca: Levántate, y ponte en medio. Y Él levantándose, se puso en pie.
- 6:9
- Entonces Jesús les dice: Os preguntaré un cosa: ¿Es lícito en sábados
hacer bien, ó hacer mal? ¿salvar la vida, ó quitarla?
- 6:10
- Y mirándolos á todos alrededor, dice al hombre: Extiende tu mano. Y Él lo
hizo así, y su mano fué restaurada.
- 6:11
- Y ellos se llenaron de rabia; y hablaban los unos á los otros qué harían á
Jesús.
- 6:12
- Y aconteció en aquellos días, que fué al monte á orar, y pasó la noche
orando á Dios.
- 6:13
- Y como fué de día, llamó á sus discípulos, y escogió doce de ellos, á los
cuales también llamó apóstoles:
- 6:14
- A Simón, al cual también llamó Pedro, y á Andrés su hermano, Jacobo y
Juan, Felipe y Bartolomé,
- 6:15
- Mateo y Tomás, Jacobo hijo de Alfeo, y Simón el que se llama Celador,
- 6:16
- Judas hermano de Jacobo, y Judas Iscariote, que también fué el traidor.
- 6:17
- Y descendió con ellos, y se paró en un lugar llano, y la compañía de sus
discípulos, y una grande multitud de pueblo de toda Judea y de Jerusalem, y de
la costa de Tiro y de Sidón, que habían venido á oirle, y para ser sanados de
sus enfermedades;
- 6:18
- Y los que habían sido atormentados de espíritus inmundos: y estaban
curados.
- 6:19
- Y toda la gente procuraba tocarle; porque salía de Él virtud, y sanaba á
todos.
- 6:20
- Y alzando Él los ojos á sus discípulos, decía: Bienaventurados vosotros
los pobres; porque vuestro es el reino de Dios.
- 6:21
- Bienaventurados los que ahora tenéis hambre; porque seréis saciados.
Bienaventurados los que ahora lloráis, porque reiréis.
- 6:22
- Bienaventurados seréis, cuando los hombres os aborrecieren, y cuando os
apartaren de sí, y os denostaren, y desecharen vuestro nombre como malo, por
el Hijo del hombre.
- 6:23
- Gozaos en aquel día, y alegraos; porque he aquí vuestro galardón es grande
en los cielos; porque así hacían sus padres á los profetas.
- 6:24
- Mas ¡ay de vosotros, ricos! porque tenéis vuestro consuelo.
- 6:25
- ¡Ay de vosotros, los que estáis hartos! porque tendréis hambre. ¡Ay de
vosotros, los que ahora reís! porque lamentaréis y lloraréis.
- 6:26
- ¡Ay de vosotros, cuando todos los hombres dijeren bien de vosotros! porque
así hacían sus padres á los falsos profetas.
- 6:27
- Mas á vosotros los que oís, digo: Amad á vuestros enemigos, haced bien á
los que os aborrecen;
- 6:28
- Bendecid á los que os maldicen, y orad por los que os calumnian.
- 6:29
- Y al que te hiriere en la mejilla, dale también la otra; y al que te
quitare la capa, ni aun el sayo le defiendas.
- 6:30
- Y á cualquiera que te pidiere, da; y al que tomare lo que es tuyo, no
vuelvas á pedir.
- 6:31
- Y como queréis que os hagan los hombres, así hacedles también vosotros:
- 6:32
- Porque si amáis á los que os aman, ¿qué gracias tendréis? porque también
los pecadores aman á los que los aman.
- 6:33
- Y si hiciereis bien á los que os hacen bien, ¿qué gracias tendréis? porque
también los pecadores hacen lo mismo.
- 6:34
- Y si prestareis á aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué gracias
tendréis? porque también los pecadores prestan á los pecadores, para recibir
otro tanto.
- 6:35
- Amad, pues, á vuestros enemigos, y haced bien, y prestad, no esperando de
ello nada; y será vuestro galardón grande, y seréis hijos del Altísimo: porque
Él es benigno para con los ingratos y malos.
- 6:36
- Sed pues misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso.
- 6:37
- No juzguéis, y no seréis juzgados: no condenéis, y no seréis condenados:
perdonad, y seréis perdonados.
- 6:38
- Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida, y rebosando darán en
vuestro seno: porque con la misma medida que midiereis, os será vuelto á
medir.
- 6:39
- Y les decía una parábola: ¿Puede el ciego guiar al ciego? ¿No caerán ambos
en el hoyo?
- 6:40
- El discípulo no es sobre su maestro; mas cualquiera que fuere como el
maestro, será perfecto.
- 6:41
- ¿Por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y la viga que
está en tu propio ojo no consideras?
- 6:42
- ¿O cómo puedes decir á tu hermano: Hermano, deja, echaré fuera la paja que
está en tu ojo, no mirando tú la viga, que está en tu ojo? Hipócrita, echa
primero fuera de tu ojo la viga, y entonces verás bien para sacar la paja que
está en el ojo de tu hermano.
- 6:43
- Porque no es buen árbol el que da malos frutos; ni árbol malo el que da
buen fruto.
- 6:44
- Porque cada árbol por su fruto es conocido: que no cogen higos de los
espinos, ni vendimian uvas de las zarzas.
- 6:45
- El buen hombre del buen tesoro de su corazón saca bien; y el mal hombre
del mal tesoro de su corazón saca mal; porque de la abundancia del corazón
habla su boca.
- 6:46
- ¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que digo?
- 6:47
- Todo aquel que viene á mí, y oye mis palabras, y las hace, os enseñaré á
quién es semejante:
- 6:48
- Semejante es al hombre que edifica una casa, el cual cavó y ahondó, y puso
el fundamento sobre la peña; y cuando vino una avenida, el río dió con ímpetu
en aquella casa, mas no la pudo menear: porque estaba fundada sobre la peña.
- 6:49
- Mas el que oyó y no hizo, semejante es al hombre que edificó su casa sobre
tierra, sin fundamento; en la cual el río dió con ímpetu, y luego cayó; y fué
grande la ruina de aquella casa.
Capítulo 7
- 7:1
- Y COMO acabó todas sus palabras oyéndole el pueblo, entró en Capernaum.
- 7:2
- Y el siervo de un centurión, al cual tenía Él en estima, estaba enfermo y
á punto de morir.
- 7:3
- Y como oyó hablar de Jesús, envió á Él los ancianos de los Judíos,
rogándole que viniese y librase á su siervo.
- 7:4
- Y viniendo ellos á Jesús, rogáronle con diligencia, diciéndole: Porque es
digno de concederle esto;
- 7:5
- Que ama nuestra nación, y Él nos edificó una sinagoga.
- 7:6
- Y Jesús fué con ellos. Mas como ya no estuviesen lejos de su casa, envió
el centurión amigos á Él, diciéndole: Señor, no te incomodes, que no soy digno
que entres debajo de mi tejado;
- 7:7
- Por lo cual ni aun me tuve por digno de venir á ti; mas di la palabra, y
mi siervo será sano.
- 7:8
- Porque también yo soy hombre puesto en potestad, que tengo debajo de mí
soldados; y digo á éste: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y á mi siervo: Haz
esto, y lo hace.
- 7:9
- Lo cual oyendo Jesús, se maravilló de Él, y vuelto, dijo á las gentes que
le seguían: Os digo que ni aun en Israel he hallado tanta fe.
- 7:10
- Y vueltos á casa los que habían sido enviados, hallaron sano al siervo que
había estado enfermo.
- 7:11
- Y aconteció después, que Él iba á la ciudad que se llama Naín, é iban con
Él muchos de sus discípulos, y gran compañía.
- 7:12
- Y como llegó cerca de la puerta de la ciudad, he aquí que sacaban fuera á
un difunto, unigénito de su madre, la cual también era viuda: y había con ella
grande compañía de la ciudad.
- 7:13
- Y como el Señor la vió, compadecióse de ella, y le dice: No llores.
- 7:14
- Y acercándose, tocó el féretro: y los que lo llevaban, pararon. Y dice:
Mancebo, á ti digo, levántate.
- 7:15
- Entonces se incorporó el que había muerto, y comenzó á hablar. Y dióle á
su madre.
- 7:16
- Y todos tuvieron miedo, y glorificaban á Dios, diciendo: Que un gran
profeta se ha levantado entre nosotros; y que Dios ha visitado á su pueblo.
- 7:17
- Y salió esta fama de Él por toda Judea, y por toda la tierra de alrededor.
- 7:18
- Y sus discípulos dieron á Juan las nuevas de todas estas cosas: y llamó
Juan á dos de sus discípulos,
- 7:19
- Y envió á Jesús, diciendo: ¿Eres tú aquél que había de venir, ó
esperaremos á otro?
- 7:20
- Y como los hombres vinieron á Él, dijeron: Juan el Bautista nos ha enviado
á ti, diciendo: ¿Eres tú aquél que había de venir, ó esperaremos á otro?
- 7:21
- Y en la misma hora sanó á muchos de enfermedades y plagas, y de espíritus
malos; y á muchos ciegos dió la vista.
- 7:22
- Y respondiendo Jesús, les dijo: Id, dad las nuevas á Juan de lo que habéis
visto y oído: que los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados,
los sordos oyen, los muertos resucitan, á los pobres es anunciado el
evangelio:
- 7:23
- Y bienaventurado es el que no fuere escandalizado en mí.
- 7:24
- Y como se fueron los mensajeros de Juan, comenzó á hablar de Juan á las
gentes: ¿Qué salisteis á ver al desierto? ¿una caña que es agitada por el
viento?
- 7:25
- Mas ¿qué salisteis á ver? ¿un hombre cubierto de vestidos delicados? He
aquí, los que están en vestido precioso, y viven en delicias, en los palacios
de los reyes están.
- 7:26
- Mas ¿qué salisteis á ver? ¿un profeta? También os digo, y aun más que
profeta.
- 7:27
- Este es de quien está escrito: He aquí, envío mi mensajero delante de tu
faz, El cual aparejará tu camino delante de ti.
- 7:28
- Porque os digo que entre los nacidos de mujeres, no hay mayor profeta que
Juan el Bautista: mas el más pequeño en el reino de los cielos es mayor que
Él.
- 7:29
- Y todo el pueblo oyéndole, y los publicanos, justificaron á Dios,
bautizándose con el bautismo de Juan.
- 7:30
- Mas los Fariseos y los sabios de la ley, desecharon el consejo de Dios
contra sí mismos, no siendo bautizados de Él.
- 7:31
- Y dice el Señor: ¿A quién, pues, compararé los hombres de esta generación,
y á qué son semejantes?
- 7:32
- Semejantes son á los muchachos sentados en la plaza, y que dan voces los
unos á los otros, y dicen: Os tañimos con flautas, y no bailasteis: os
endechamos, y no llorasteis.
- 7:33
- Porque vino Juan el Bautista, que ni comía pan, ni bebía vino, y decís:
Demonio tiene.
- 7:34
- Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y decís: He aquí un hombre
comilón, y bebedor de vino, amigo de publicanos y de pecadores.
- 7:35
- Mas la sabiduría es justificada de todos sus hijos.
- 7:36
- Y le rogó uno de los Fariseos, que comiese con Él. Y entrado en casa del
Fariseo, sentóse á la mesa.
- 7:37
- Y he aquí una mujer que había sido pecadora en la ciudad, como entendió
que estaba á la mesa en casa de aquel Fariseo, trajo un alabastro de ungüento,
- 7:38
- Y estando detrás á sus pies, comenzó llorando á regar con lágrimas sus
pies, y los limpiaba con los cabellos de su cabeza; y besaba sus pies, y los
ungía con el ungüento.
- 7:39
- Y como vió esto el Fariseo que le había convidado, habló entre sí,
diciendo: Este, si fuera profeta, conocería quién y cuál es la mujer que le
toca, que es pecadora.
- 7:40
- Entonces respondiendo Jesús, le dijo: Simón, una cosa tengo que decirte. Y
Él dice: Di, Maestro.
- 7:41
- Un acreedor tenía dos deudores: el uno le debía quinientos denarios, y el
otro cincuenta;
- 7:42
- Y no teniendo ellos de qué pagar, perdonó á ambos. Di, pues, ¿cuál de
éstos le amará más?
- 7:43
- Y respondiendo Simón, dijo: Pienso que aquél al cual perdonó más. Y Él le
dijo: Rectamente has juzgado.
- 7:44
- Y vuelto á la mujer, dijo á Simón: ¿Ves esta mujer? Entré en tu casa, no
diste agua para mis pies; mas ésta ha regado mis pies con lágrimas, y los ha
limpiado con los cabellos.
- 7:45
- No me diste beso, mas ésta, desde que entré, no ha cesado de besar mis
pies.
- 7:46
- No ungiste mi cabeza con óleo; mas ésta ha ungido con ungüento mis pies.
- 7:47
- Por lo cual te digo que sus muchos pecados son perdonados, porque amó
mucho; mas al que se perdona poco, poco ama.
- 7:48
- Y á ella dijo: Los pecados te son perdonados.
- 7:49
- Y los que estaban juntamente sentados á la mesa, comenzaron á decir entre
sí: ¿Quién es éste, que también perdona pecados?
- 7:50
- Y dijo á la mujer: Tu fe te ha salvado, ve en paz.
Capítulo 8
- 8:1
- Y ACONTECIÓ después, que Él caminaba por todas las ciudades y aldeas,
predicando y anunciando el evangelio del reino de Dios, y los doce con Él,
- 8:2
- Y algunas mujeres que habían sido curadas de malos espíritus y de
enfermedades: María, que se llamaba Magdalena, de la cual habían salido siete
demonios,
- 8:3
- Y Juana, mujer de Chuza, procurador de Herodes, y Susana, y otras muchas
que le servían de sus haciendas.
- 8:4
- Y como se juntó una grande compañía, y los que estaban en cada ciudad
vinieron á Él, dijo por una parábola:
- 8:5
- Uno que sembraba, salió á sembrar su simiente; y sembrando, una parte cayó
junto al camino, y fué hollada; y las aves del cielo la comieron.
- 8:6
- Y otra parte cayó sobre la piedra; y nacida, se secó, porque no tenía
humedad.
- 8:7
- Y otra parte cayó entre las espinas; y naciendo las espinas juntamente, la
ahogaron.
- 8:8
- Y otra parte cayó en buena tierra, y cuando fué nacida, llevó fruto á
ciento por uno. Diciendo estas cosas clamaba: El que tiene oídos para oir,
oiga.
- 8:9
- Y sus discípulos le preguntaron, diciendo, qué era está parábola.
- 8:10
- Y Él dijo: A vosotros es dado conocer los misterios del reino de Dios; mas
á los otros por parábolas, para que viendo no vean, y oyendo no entiendan.
- 8:11
- Es pues ésta la parábola: La simiente es la palabra de Dios.
- 8:12
- Y los de junto al camino, éstos son los que oyen; y luego viene el diablo,
y quita la palabra de su corazón, porque no crean y se salven.
- 8:13
- Y los de sobre la piedra, son los que habiendo oído, reciben la palabra
con gozo; mas éstos no tienen raíces; que á tiempo creen, y en el tiempo de la
tentación se apartan.
- 8:14
- Y la que cayó entre las espinas, éstos son los que oyeron; mas yéndose,
son ahogados de los cuidados y de las riquezas y de los pasatiempos de la
vida, y no llevan fruto.
- 8:15
- Mas la que en buena tierra, éstos son los que con corazón bueno y recto
retienen la palabra oída, y llevan fruto en paciencia.
- 8:16
- Ninguno que enciende la antorcha la cubre con vasija, ó la pone debajo de
la cama; mas la pone en un candelero, para que los que entran vean la luz.
- 8:17
- Porque no hay cosa oculta, que no haya de ser manifestada; ni cosa
escondida, que no haya de ser entendida, y de venir á luz.
- 8:18
- Mirad pues cómo oís; porque á cualquiera que tuviere, le será dado; y á
cualquiera que no tuviere, aun lo que parece tener le será quitado.
- 8:19
- Y vinieron á Él su madre y hermanos; y no podían llegar á el por causa de
la multitud.
- 8:20
- Y le fué dado aviso, diciendo: Tu madre y tus hermanos están fuera, que
quieren verte.
- 8:21
- El entonces respondiendo, les dijo: Mi madre y mis hermanos son los que
oyen la palabra de Dios, y la ejecutan.
- 8:22
- Y aconteció un día que Él entró en un barco con sus discípulos, y les
dijo: Pasemos á la otra parte del lago. Y partieron.
- 8:23
- Pero mientras ellos navegaban, Él se durmió. Y sobrevino una tempestad de
viento en el lago; y henchían de agua, y peligraban.
- 8:24
- Y llegándose á Él, le despertaron, diciendo: ¡Maestro, Maestro, que
perecemos! Y despertado Él increpó al viento y á la tempestad del agua; y
cesaron, y fué hecha bonanza.
- 8:25
- Y les dijo: ¿Qué es de vuestra fe? Y atemorizados, se maravillaban,
diciendo los unos á los otros: ¿Quién es éste, que aun á los vientos y al agua
manda, y le obedecen?
- 8:26
- Y navegaron á la tierra de los Gadarenos, que está delante de Galilea.
- 8:27
- Y saliendo Él á tierra, le vino al encuentro de la ciudad un hombre que
tenía demonios ya de mucho tiempo; y no vestía vestido, ni estaba en casa,
sino por los sepulcros.
- 8:28
- El cual, como vió á Jesús, exclamó y se postró delante de Él, y dijo á
gran voz: ¿Qué tengo yo contigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Ruégote que no
me atormentes.
- 8:29
- (Porque mandaba al espíritu inmundo que saliese del hombre: porque ya de
mucho tiempo le arrebataba; y le guardaban preso con cadenas y grillos; mas
rompiendo las prisiones, era agitado del demonio por los desiertos.)
- 8:30
- Y le preguntó Jesús, diciendo: ¿Qué nombre tienes? Y Él dijo: Legión.
Porque muchos demonios habían entrado en Él.
- 8:31
- Y le rogaban que no les mandase ir al abismo.
- 8:32
- Y había allí un hato de muchos puercos que pacían en el monte; y le
rogaron que los dejase entrar en ellos; y los dejó.
- 8:33
- Y salidos los demonios del hombre, entraron en los puercos; y el hato se
arrojó de un despeñadero en el lago, y ahogóse.
- 8:34
- Y los pastores, como vieron lo que había acontecido, huyeron, y yendo
dieron aviso en la ciudad y por las heredades.
- 8:35
- Y salieron á ver lo que había acontecido; y vinieron á Jesús, y hallaron
sentado al hombre de quien habían salido los demonios, vestido, y en su
juicio, á los pies de Jesús; y tuvieron miedo.
- 8:36
- Y les contaron los que lo habían visto, cómo había sido salvado aquel
endemoniado.
- 8:37
- Entonces toda la multitud de la tierra de los Gadarenos alrededor, le
rogaron que se fuese de ellos; porque tenían gran temor. Y Él, subiendo en el
barco, volvióse.
- 8:38
- Y aquel hombre, de quien habían salido los demonios, le rogó para estar
con Él; mas Jesús le despidió, diciendo:
- 8:39
- Vuélvete á tu casa, y cuenta cuán grandes cosas ha hecho Dios contigo. Y
Él se fué, publicando por toda la ciudad cuán grandes cosas había hecho Jesús
con Él.
- 8:40
- Y aconteció que volviendo Jesús, recibióle la gente; porque todos le
esperaban.
- 8:41
- Y he aquí un varón, llamado Jairo, y que era príncipe de la sinagoga,
vino, y cayendo á los pies de Jesús, le rogaba que entrase en su casa;
- 8:42
- Porque tenía una hija única, como de doce años, y ella se estaba muriendo.
Y yendo, le apretaba la compañía.
- 8:43
- Y una mujer, que tenía flujo de sangre hacía ya doce años, la cual había
gastado en médicos toda su hacienda, y por ninguno había podido ser curada,
- 8:44
- Llegándose por las espaldas, tocó el borde de su vestido; y luego se
estancó el flujo de su sangre.
- 8:45
- Entonces Jesús dijo: ¿Quién es el que me ha tocado? Y negando todos, dijo
Pedro y los que estaban con Él: Maestro, la compañía te aprieta y oprime, y
dices: ¿Quién es el que me ha tocado?
- 8:46
- Y Jesús dijo: Me ha tocado alguien; porque yo he conocido que ha salido
virtud de mí.
- 8:47
- Entonces, como la mujer vió que no se había ocultado, vino temblando, y
postrándose delante de Él declaróle delante de todo el pueblo la causa por qué
le había tocado, y cómo luego había sido sana.
- 8:48
- Y Él dijo: Hija, tu fe te ha salvado: ve en paz.
- 8:49
- Estando aún Él hablando, vino uno del príncipe de la sinagoga á decirle:
Tu hija es muerta, no des trabajo al Maestro.
- 8:50
- Y oyéndolo Jesús, le respondió: No temas: cree solamente, y será salva.
- 8:51
- Y entrado en casa, no dejó entrar á nadie consigo, sino á Pedro, y á
Jacobo, y á Juan, y al padre y á la madre de la moza.
- 8:52
- Y lloraban todos, y la plañían. Y Él dijo: No lloréis; no es muerta, sino
que duerme.
- 8:53
- Y hacían burla de Él, sabiendo que estaba muerta.
- 8:54
- Mas Él, tomándola de la mano, clamó, diciendo: Muchacha, levántate.
- 8:55
- Entonces su espíritu volvió, y se levantó luego: y Él mando que le diesen
de comer.
- 8:56
- Y sus padres estaban atónitos; á los cuales Él mandó, que á nadie dijesen
lo que había sido hecho.
Capítulo 9
- 9:1
- Y JUNTANDO á sus doce discípulos, les dió virtud y potestad sobre todos
los demonios, y que sanasen enfermedades.
- 9:2
- Y los envió á que predicasen el reino de Dios, y que sanasen á los
enfermos.
- 9:3
- Y les dice: No toméis nada para el camino, ni báculo, ni alforja, ni pan,
ni dinero; ni tengáis dos vestidos cada uno.
- 9:4
- Y en cualquiera casa en que entrareis, quedad allí, y de allí salid.
- 9:5
- Y todos los que no os recibieren, saliéndoos de aquella ciudad, aun el
polvo sacudid de vuestros pies en testimonio contra ellos.
- 9:6
- Y saliendo, rodeaban por todas las aldeas, anunciando el evangelio, y
sanando por todas partes.
- 9:7
- Y oyó Herodes el tetrarca todas las cosas que hacía; y estaba en duda,
porque decían algunos: Juan ha resucitado de los muertos;
- 9:8
- Y otros: Elías ha aparecido; y otros: Algún profeta de los antiguos ha
resucitado.
- 9:9
- Y dijo Herodes: A Juan yo degollé: ¿quién pues será éste, de quien yo oigo
tales cosas? Y procuraba verle.
- 9:10
- Y vueltos los apóstoles, le contaron todas las cosas que habían hecho. Y
tomándolos, se retiró aparte á un lugar desierto de la ciudad que se llama
Bethsaida.
- 9:11
- Y como lo entendieron las gentes, le siguieron; y Él las recibió, y les
hablaba del reino de Dios, y sanaba á los que tenían necesidad de cura.
- 9:12
- Y el día había comenzado á declinar; y llegándose los doce, le dijeron:
Despide á las gentes, para que yendo á las aldeas y heredades de alrededor,
procedan á alojarse y hallen viandas; porque aquí estamos en lugar desierto.
- 9:13
- Y les dice: Dadles vosotros de comer. Y dijeron ellos: No tenemos más que
cinco panes y dos pescados, si no vamos nosotros á comprar viandas para toda
esta compañía.
- 9:14
- Y eran como cinco mil hombres. Entonces dijo á sus discípulos: Hacedlos
sentar en ranchos, de cincuenta en cincuenta.
- 9:15
- Y así lo hicieron, haciéndolos sentar á todos.
- 9:16
- Y tomando los cinco panes y los dos pescados, mirando al cielo los
bendijo, y partió, y dió á sus discípulos para que pusiesen delante de las
gentes.
- 9:17
- Y comieron todos, y se hartaron; y alzaron lo que les sobró, doce cestos
de pedazos.
- 9:18
- Y aconteció que estando Él solo orando, estaban con Él los discípulos; y
les preguntó diciendo: ¿Quién dicen las gentes que soy?
- 9:19
- Y ellos respondieron, y dijeron: Juan el Bautista; y otros, Elías; y
otros, que algún profeta de los antiguos ha resucitado.
- 9:20
- Y les dijo: ¿Y vosotros, quién decís que soy? Entonces respondiendo Simón
Pedro, dijo: El Cristo de Dios.
- 9:21
- Mas Él, conminándolos, mandó que á nadie dijesen esto;
- 9:22
- Diciendo: Es necesario que el Hijo del hombre padezca muchas cosas, y sea
desechado de los ancianos, y de los príncipes de los sacerdotes, y de los
escribas, y que sea muerto, y resucite al tercer día.
- 9:23
- Y decía á todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese á sí mismo,
y tome su cruz cada día, y sígame.
- 9:24
- Porque cualquiera que quisiere salvar su vida, la perderá; y cualquiera
que perdiere su vida por causa de mí, éste la salvará.
- 9:25
- Porque ¿qué aprovecha al hombre, si granjeare todo el mundo, y sé pierda
Él á sí mismo, ó corra peligro de sí?
- 9:26
- Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras, de este tal el Hijo
del hombre se avergonzará cuando viniere en su gloria, y del Padre, y de los
santos ángeles.
- 9:27
- Y os digo en verdad, que hay algunos de los que están aquí, que no
gustarán la muerte, hasta que vean el reino de Dios.
- 9:28
- Y aconteció como ocho días después de estas palabras, que tomó á Pedro y á
Juan y á Jacobo, y subió al monte á orar.
- 9:29
- Y entre tanto que oraba, la apariencia de su rostro se hizo otra, y su
vestido blanco y resplandeciente.
- 9:30
- Y he aquí dos varones que hablaban con Él, los cuales eran Moisés y Elías;
- 9:31
- Que aparecieron en majestad, y hablaban de su salida, la cual había de
cumplir en Jerusalem.
- 9:32
- Y Pedro y los que estaban con Él, estaban cargados de sueño: y como
despertaron, vieron su majestad, y á aquellos dos varones que estaban con Él.
- 9:33
- Y aconteció, que apartándose ellos de Él, Pedro dice á Jesús: Maestro,
bien es que nos quedemos aquí: y hagamos tres pabellones, uno para ti, y uno
para Moisés, y uno para Elías; no sabiendo lo que se decía.
- 9:34
- Y estando Él hablando esto, vino una nube que los cubrió; y tuvieron temor
entrando ellos en la nube.
- 9:35
- Y vino una voz de la nube, que decía: Este es mi Hijo amado; á Él oid.
- 9:36
- Y pasada aquella voz, Jesús fué hallado solo: y ellos callaron; y por
aquellos días no dijeron nada á nadie de lo que habían visto.
- 9:37
- Y aconteció al día siguiente, que apartándose ellos del monte, gran
compañía les salió al encuentro.
- 9:38
- Y he aquí, un hombre de la compañía clamó, diciendo: Maestro, ruégote que
veas á mi hijo; que es el único que tengo:
- 9:39
- Y he aquí un espíritu le toma, y de repente da voces; y le despedaza y
hace echar espuma, y apenas se aparta de Él quebrantándole.
- 9:40
- Y rogué á tus discípulos que le echasen fuera, y no pudieron.
- 9:41
- Y respondiendo Jesús, dice: ¡Oh generación infiel y perversa! ¿hasta
cuándo tengo de estar con vosotros, y os sufriré? Trae tu hijo acá.
- 9:42
- Y como aun se acercaba, el demonio le derribó y despedazó: mas Jesús
increpó al espíritu inmundo, y sanó al muchacho, y se lo volvió á su padre.
- 9:43
- Y todos estaban atónitos de la grandeza de Dios. Y maravillándose todos de
todas las cosas que hacía, dijo á sus discípulos:
- 9:44
- Poned vosotros en vuestros oídos estas palabras; porque ha de acontecer
que el Hijo del hombre será entregado en manos de hombres.
- 9:45
- Mas ellos no entendían esta palabra, y les era encubierta para que no la
entendiesen; y temían preguntarle de esta palabra.
- 9:46
- Entonces entraron en disputa, cuál de ellos sería el mayor.
- 9:47
- Mas Jesús, viendo los pensamientos del corazón de ellos, tomó un niño, y
púsole junto á sí,
- 9:48
- Y les dice: Cualquiera que recibiere este niño en mí nombre, á mí recibe;
y cualquiera que me recibiere á mí, recibe al que me envió; porque el que
fuere el menor entre todos vosotros, éste será el grande.
- 9:49
- Entonces respondiendo Juan, dijo: Maestro, hemos visto á uno que echaba
fuera demonios en tu nombre; y se lo prohibimos, porque no sigue con nosotros.
- 9:50
- Jesús le dijo: No se lo prohibáis; porque el que no es contra nosotros,
por nosotros es.
- 9:51
- Y aconteció que, como se cumplió el tiempo en que había de ser recibido
arriba, Él afirmó su rostro para ir á Jerusalem.
- 9:52
- Y envió mensajeros delante de sí, los cuales fueron y entraron en una
ciudad de los Samaritanos, para prevenirle.
- 9:53
- Mas no le recibieron, porque era su traza de ir á Jerusalem.
- 9:54
- Y viendo esto sus discípulos Jacobo y Juan, dijeron: Señor, ¿quieres que
mandemos que descienda fuego del cielo, y los consuma, como hizo Elías?
- 9:55
- Entonces volviéndose Él, los reprendió, diciendo: Vosotros no sabéis de
qué espíritu sois;
- 9:56
- Porque el Hijo del hombre no ha venido para perder las almas de los
hombres, sino para salvarlas. Y se fueron á otra aldea.
- 9:57
- Y aconteció que yendo ellos, uno le dijo en el camino: Señor, te seguiré
donde quiera que fueres.
- 9:58
- Y le dijo Jesús: Las zorras tienen cuevas, y las aves de los cielos nidos;
mas el Hijo del hombre no tiene donde recline la cabeza.
- 9:59
- Y dijo á otro: Sígueme. Y Él dijo: Señor, déjame que primero vaya y
entierre á mi padre.
- 9:60
- Y Jesús le dijo: Deja los muertos que entierren á sus muertos; y tú, ve, y
anuncia el reino de Dios.
- 9:61
- Entonces también dijo otro: Te seguiré, Señor; mas déjame que me despida
primero de los que están en mi casa.
- 9:62
- Y Jesús le dijo: Ninguno que poniendo su mano al arado mira atrás, es apto
para el reino de Dios.
Capítulo 10
- 10:1
- Y DESPUÉS de estas cosas, designó el Señor aun otros setenta, los cuales
envió de dos en dos delante de sí, á toda ciudad y lugar á donde Él había de
venir.
- 10:2
- Y les decía: La mies á la verdad es mucha, mas los obreros pocos; por
tanto, rogad al Señor de la mies que envíe obreros á su mies.
- 10:3
- Andad, he aquí yo os envío como corderos en medio de lobos.
- 10:4
- No llevéis bolsa, ni alforja, ni calzado; y á nadie saludéis en el camino.
- 10:5
- En cualquiera casa donde entrareis, primeramente decid: Paz sea á esta
casa.
- 10:6
- Y si hubiere allí algún hijo de paz, vuestra paz reposará sobre Él; y si
no, se volverá á vosotros.
- 10:7
- Y posad en aquella misma casa, comiendo y bebiendo lo que os dieren;
porque el obrero digno es de su salario. No os paséis de casa en casa.
- 10:8
- Y en cualquiera ciudad donde entrareis, y os recibieren, comed lo que os
pusieren delante;
- 10:9
- Y sanad los enfermos que en ella hubiere, y decidles: Se ha llegado á
vosotros el reino de Dios.
- 10:10
- Mas en cualquier ciudad donde entrareis, y no os recibieren, saliendo por
sus calles, decid:
- 10:11
- Aun el polvo que se nos ha pegado de vuestra ciudad á nuestros pies,
sacudimos en vosotros: esto empero sabed, que el reino de los cielos se ha
llegado á vosotros.
- 10:12
- Y os digo que los de Sodoma tendrán más remisión aquel día, que aquella
ciudad.
- 10:13
- ¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Bethsaida! que si en Tiro y en Sidón
hubieran sido hechas las maravillas que se han hecho en vosotras, ya días ha
que, sentados en cilicio y ceniza, se habrían arrepentido.
- 10:14
- Por tanto, Tiro y Sidón tendrán más remisión que vosotras en el juicio.
- 10:15
- Y tú, Capernaum, que hasta los cielos estás levantada, hasta los infiernos
serás abajada.
- 10:16
- El que á vosotros oye, á mí oye; y el que á vosotros desecha, á mí
desecha; y el que á mí desecha, desecha al que me envió.
- 10:17
- Y volvieron los setenta con gozo, diciendo: Señor, aun los demonios se nos
sujetan en tu nombre.
- 10:18
- Y les dijo: Yo veía á Satanás, como un rayo, que caía del cielo.
- 10:19
- He aquí os doy potestad de hollar sobre las serpientes y sobre los
escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará.
- 10:20
- Mas no os gocéis de esto, que los espíritus se os sujetan; antes gozaos de
que vuestros nombres están escritos en los cielos.
- 10:21
- En aquella misma hora Jesús se alegró en espíritu, y dijo: Yo te alabo, oh
Padre, Señor del cielo y de la tierra, que escondiste estas cosas á los sabios
y entendidos, y las has revelado á los pequeños: así, Padre, porque así te
agradó.
- 10:22
- Todas las cosas me son entregadas de mi Padre: y nadie sabe quién sea el
Hijo sino el Padre; ni quién sea el Padre, sino el Hijo, y á quien el Hijo lo
quisiere revelar.
- 10:23
- Y vuelto particularmente á los discípulos, dijo: Bienaventurados los ojos
que ven lo que vosotros veis:
- 10:24
- Porque os digo que muchos profetas y reyes desearon ver lo que vosotros
veis, y no lo vieron; y oir lo que oís, y no lo oyeron.
- 10:25
- Y he aquí, un doctor de la ley se levantó, tentándole y diciendo: Maestro,
¿haciendo qué cosa poseeré la vida eterna?
- 10:26
- Y Él dijo: ¿Qué está escrito de la ley? ¿cómo lees?
- 10:27
- Y Él respondiendo, dijo: Amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, y de
toda tu alma, y de todas tus fuerzas, y de todo tu entendimiento; y á tu
prójimo como á ti mismo.
- 10:28
- Y díjole: Bien has respondido: haz esto, y vivirás.
- 10:29
- Mas Él, queriéndose justificar á sí mismo, dijo á Jesús: ¿Y quién es mi
prójimo?
- 10:30
- Y respondiendo Jesús, dijo: Un hombre descendía de Jerusalem á Jericó, y
cayó en manos de ladrones, los cuales le despojaron; é hiriéndole, se fueron,
dejándole medio muerto.
- 10:31
- Y aconteció, que descendió un sacerdote por aquel camino, y viéndole, se
pasó de un lado.
- 10:32
- Y asimismo un Levita, llegando cerca de aquel lugar, y viéndole, se pasó
de un lado.
- 10:33
- Mas un Samaritano que transitaba, viniendo cerca de Él, y viéndole, fué
movido á misericordia;
- 10:34
- Y llegándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino; y poniéndole
sobre su cabalgadura, llevóle al mesón, y cuidó de Él.
- 10:35
- Y otro día al partir, sacó dos denarios, y diólos al huésped, y le dijo:
Cuídamele; y todo lo que de más gastares, yo cuando vuelva te lo pagaré.
- 10:36
- ¿Quién, pues, de estos tres te parece que fué el prójimo de aquél que cayó
en manos de los ladrones?
- 10:37
- Y Él dijo: El que usó con Él de misericordia. Entonces Jesús le dijo: Ve,
y haz tú lo mismo.
- 10:38
- Y aconteció que yendo, entró Él en una aldea: y una mujer llamada Marta,
le recibió en su casa.
- 10:39
- Y ésta tenía una hermana que se llamaba María, la cual sentándose á los
pies de Jesús, oía su palabra.
- 10:40
- Empero Marta se distraía en muchos servicios; y sobreviniendo, dice:
Señor, ¿no tienes cuidado que mi hermana me deja servir sola? Dile pues, que
me ayude.
- 10:41
- Pero respondiendo Jesús, le dijo: Marta, Marta, cuidadosa estás, y con las
muchas cosas estás turbada:
- 10:42
- Empero una cosa es necesaria; y María escogió la buena parte, la cual no
le será quitada.
Capítulo 11
- 11:1
- Y ACONTECIÓ que estando Él orando en un lugar, como acabó, uno de sus
discípulos le dijo: Señor, enséñanos á orar, como también Juan enseñó á sus
discípulos.
- 11:2
- Y les dijo: Cuando orareis, decid: Padre nuestro que estás en los cielos;
sea tu nombre santificado. Venga tu reino. Sea hecha tu voluntad, como en el
cielo, así también en la tierra.
- 11:3
- El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy.
- 11:4
- Y perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos á todos
los que nos deben. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del malo.
- 11:5
- Díjoles también: ¿Quién de vosotros tendrá un amigo, é irá á Él á media
noche, y le dirá: Amigo, préstame tres panes,
- 11:6
- Porque un amigo mío ha venido á mí de camino, y no tengo que ponerle
delante;
- 11:7
- Y el de dentro respondiendo, dijere: No me seas molesto; la puerta está ya
cerrada, y mis niños están conmigo en cama; no puedo levantarme, y darte?
- 11:8
- Os digo, que aunque no se levante á darle por ser su amigo, cierto por su
importunidad se levantará, y le dará todo lo que habrá menester.
- 11:9
- Y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y os será
abierto.
- 11:10
- Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama,
se abre.
- 11:11
- ¿Y cuál padre de vosotros, si su hijo le pidiere pan, le dará una piedra?,
ó, si pescado, ¿en lugar de pescado, le dará una serpiente?
- 11:12
- O, si le pidiere un huevo, ¿le dará un escorpión?
- 11:13
- Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas á vuestros
hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo á los que lo
pidieren de Él?
- 11:14
- Y estaba Él lanzando un demonio, el cual era mudo: y aconteció que salido
fuera el demonio, el mudo habló y las gentes se maravillaron.
- 11:15
- Mas algunos de ellos decían: En Beelzebub, príncipe de los demonios, echa
fuera los demonios.
- 11:16
- Y otros, tentando, pedían de Él señal del cielo.
- 11:17
- Mas Él, conociendo los pensamientos de ellos, les dijo: Todo reino
dividido contra sí mismo, es asolado; y una casa dividida contra sí misma,
cae.
- 11:18
- Y si también Satanás está dividido contra sí mismo, ¿cómo estará en pie su
reino? porque decís que en Beelzebub echo yo fuera los demonios.
- 11:19
- Pues si yo echo fuera los demonios en Beelzebub, ¿vuestros hijos en quién
los echan fuera? Por tanto, ellos serán vuestros jueces.
- 11:20
- Mas si por el dedo de Dios echo yo fuera los demonios, cierto el reino de
Dios ha llegado á vosotros.
- 11:21
- Cuando el fuerte armado guarda su atrio, en paz está lo que posee.
- 11:22
- Mas si sobreviniendo otro más fuerte que Él, le venciere, le toma todas
sus armas en que confiaba, y reparte sus despojos.
- 11:23
- El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge,
desparrama.
- 11:24
- Cuando el espíritu inmundo saliere del hombre, anda por lugares secos,
buscando reposo; y no hallándolo, dice: Me volveré á mi casa de donde salí.
- 11:25
- Y viniendo, la halla barrida y adornada.
- 11:26
- Entonces va, y toma otros siete espíritus peores que Él; y entrados,
habitan allí: y lo postrero del tal hombre es peor que lo primero.
- 11:27
- Y aconteció que diciendo estas cosas, una mujer de la compañía, levantando
la voz, le dijo: Bienaventurado el vientre que te trajo, y los pechos que
mamaste.
- 11:28
- Y Él dijo: Antes bienaventurados los que oyen la palabra de Dios, y la
guardan.
- 11:29
- Y juntándose las gentes á Él, comenzó á decir: Esta generación mala es:
señal busca, mas señal no le será dada, sino la señal de Jonás.
- 11:30
- Porque como Jonás fué señal á los Ninivitas, así también será el Hijo del
hombre á esta generación.
- 11:31
- La reina del Austro se levantará en juicio con los hombres de esta
generación, y los condenará; porque vino de los fines de la tierra á oir la
sabiduría de Salomón; y he aquí más que Salomón en este lugar.
- 11:32
- Los hombres de Nínive se levantarán en juicio con esta generación, y la
condenarán; porque á la predicación de Jonás se arrepintieron; y he aquí más
que Jonás en este lugar.
- 11:33
- Nadie pone en oculto la antorcha encendida, ni debajo del almud, sino en
el candelero, para que los que entran vean la luz.
- 11:34
- La antorcha del cuerpo es el ojo: pues si tu ojo fuere simple, también
todo tu cuerpo será resplandeciente; mas si fuere malo, también tu cuerpo será
tenebroso.
- 11:35
- Mira pues, si la lumbre que en ti hay, es tinieblas.
- 11:36
- Así que, siendo todo tu cuerpo resplandeciente, no teniendo alguna parte
de tinieblas, será todo luminoso, como cuando una antorcha de resplandor te
alumbra.
- 11:37
- Y luego que hubo hablado, rogóle un Fariseo que comiese con Él: y entrado
Jesús, se sentó á la mesa.
- 11:38
- Y el Fariseo, como lo vió, maravillóse de que no se lavó antes de comer.
- 11:39
- Y el Señor le dijo: Ahora vosotros los Fariseos lo de fuera del vaso y del
plato limpiáis; mas lo interior de vosotros está lleno de rapiña y de maldad.
- 11:40
- Necios, ¿el que hizo lo de fuera, no hizo también lo de dentro?
- 11:41
- Empero de lo que os resta, dad limosna; y he aquí todo os será limpio.
- 11:42
- Mas ¡ay de vosotros, Fariseos! que diezmáis la menta, y la ruda, y toda
hortaliza; mas el juicio y la caridad de Dios pasáis de largo. Pues estas
cosas era necesario hacer, y no dejar las otras.
- 11:43
- ¡Ay de vosotros, Fariseos! que amáis las primeras sillas en las sinagogas,
y las salutaciones en las plazas.
- 11:44
- ¡Ay de vosotros, escribas y Fariseos, hipócritas! que sois como sepulcros
que no se ven, y los hombres que andan encima no lo saben.
- 11:45
- Y respondiendo uno de los doctores de la ley, le dice: Maestro, cuando
dices esto, también nos afrentas á nosotros.
- 11:46
- Y Él dijo: ¡Ay de vosotros también, doctores de la ley! que cargáis á los
hombres con cargas que no pueden llevar; mas vosotros ni aun con un dedo
tocáis las cargas.
- 11:47
- ¡Ay de vosotros! que edificáis los sepulcros de los profetas, y los
mataron vuestros padres.
- 11:48
- De cierto dais testimonio que consentís en los hechos de vuestros padres;
porque á la verdad ellos los mataron, mas vosotros edificáis sus sepulcros.
- 11:49
- Por tanto, la sabiduría de Dios también dijo: Enviaré á ellos profetas y
apóstoles; y de ellos á unos matarán y á otros perseguirán;
- 11:50
- Para que de esta generación sea demandada la sangre de todos los profetas,
que ha sido derramada desde la fundación del mundo;
- 11:51
- Desde la sangre de Abel, hasta la sangre de Zacarías, que murió entre el
altar y el templo: así os digo, será demandada de esta generación.
- 11:52
- ¡Ay de vosotros, doctores de la ley! que habéis quitado la llave de la
ciencia; vosotros mismos no entrasteis, y á los que entraban impedisteis.
- 11:53
- Y diciéndoles estas cosas, los escribas y los Fariseos comenzaron á
apretar le en gran manera, y á provocarle á que hablase de muchas cosas;
- 11:54
- Acechándole, y procurando cazar algo de su boca para acusarle.
Capítulo 12
- 12:1
- EN esto, juntándose muchas gentes, tanto que unos á otros se hollaban,
comenzó á decir á sus discípulos, primeramente: Guardaos de la levadura de los
Fariseos, que es hipocresía.
- 12:2
- Porque nada hay encubierto, que no haya de ser descubierto; ni oculto, que
no haya de ser sabido.
- 12:3
- Por tanto, las cosas que dijisteis en tinieblas, á la luz serán oídas; y
lo que hablasteis al oído en las cámaras, será pregonado en los terrados.
- 12:4
- Mas os digo, amigos míos: No temáis de los que matan el cuerpo, y después
no tienen más que hacer.
- 12:5
- Mas os enseñaré á quién temáis: temed á aquel que después de haber quitado
la vida, tiene poder de echar en la Gehenna: así os digo: á éste temed.
- 12:6
- ¿No se venden cinco pajarillos por dos blancas? pues ni uno de ellos está
olvidado delante de Dios.
- 12:7
- Y aun los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No temáis pues:
de más estima sois que muchos pajarillos.
- 12:8
- Y os digo que todo aquel que me confesare delante de los hombres, también
el Hijo del hombre le confesará delante de los ángeles de Dios;
- 12:9
- Mas el que me negare delante de los hombres, será negado delante de los
ángeles de Dios.
- 12:10
- Y todo aquel que dice palabra contra el Hijo del hombre, le será
perdonado; mas al que blasfemare contra el Espíritu Santo, no le será
perdonado.
- 12:11
- Y cuando os trajeren á las sinagogas, y á los magistrados y potestades, no
estéis solícitos cómo ó qué hayáis de responder, ó qué hayáis de decir;
- 12:12
- Porque el Espíritu Santo os enseñará en la misma hora lo que será
necesario decir.
- 12:13
- Y díjole uno de la compañía: Maestro, di á mi hermano que parta conmigo la
herencia.
- 12:14
- Mas Él le dijo: Hombre, ¿quién me puso por juez ó partidor sobre vosotros?
- 12:15
- Y díjoles: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre
no consiste en la abundancia de los bienes que posee.
- 12:16
- Y refirióles una parábola, diciendo: La heredad de un hombre rico había
llevado mucho;
- 12:17
- Y Él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿qué haré, porque no tengo donde
juntar mis frutos?
- 12:18
- Y dijo: Esto haré: derribaré mis alfolíes, y los edificaré mayores, y allí
juntaré todos mis frutos y mis bienes;
- 12:19
- Y diré á mi alma: Alma, muchos bienes tienes almacenados para muchos años;
repósate, come, bebe, huélgate.
- 12:20
- Y díjole Dios: Necio, esta noche vuelven á pedir tu alma; y lo que has
prevenido, ¿de quién será?
- 12:21
- Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico en Dios.
- 12:22
- Y dijo á sus discípulos: Por tanto os digo: No estéis afanosos de vuestra
vida, qué comeréis; ni del cuerpo, qué vestiréis.
- 12:23
- La vida más es que la comida, y el cuerpo que el vestido.
- 12:24
- Considerad los cuervos, que ni siembran, ni siegan; que ni tienen cillero,
ni alfolí; y Dios los alimenta. ¿Cuánto de más estima sois vosotros que las
aves?
- 12:25
- ¿Y quién de vosotros podrá con afán añadir á su estatura un codo?
- 12:26
- Pues si no podéis aun lo que es menos, ¿para qué estaréis afanosos de lo
demás?
- 12:27
- Considerad los lirios, cómo crecen: no labran, ni hilan; y os digo, que ni
Salomón con toda su gloria se vistió como uno de ellos.
- 12:28
- Y si así viste Dios á la hierba, que hoy está en el campo, y mañana es
echada en el horno; ¿cuánto más á vosotros, hombres de poca fe?
- 12:29
- Vosotros, pues, no procuréis qué hayáis de comer, ó qué hayáis de beber:
ni estéis en ansiosa perplejidad.
- 12:30
- Porque todas estas cosas buscan las gentes del mundo; que vuestro Padre
sabe que necesitáis estas cosas.
- 12:31
- Mas procurad el reino de Dios, y todas estas cosas os serán añadidas.
- 12:32
- No temáis, manada pequeña; porque al Padre ha placido daros el reino.
- 12:33
- Vended lo que poseéis, y dad limosna; haceos bolsas que no se envejecen,
tesoro en los cielos que nunca falta; donde ladrón no llega, ni polilla
corrompe.
- 12:34
- Porque donde está vuestro tesoro, allí también estará vuestro corazón.
- 12:35
- Estén ceñidos vuestros lomos, y vuestras antorchas encendidas;
- 12:36
- Y vosotros semejantes á hombres que esperan cuando su señor ha de volver
de las bodas; para que cuando viniere, y llamare, luego le abran.
- 12:37
- Bienaventurados aquellos siervos, á los cuales cuando el Señor viniere,
hallare velando: de cierto os digo, que se ceñirá, y hará que se sienten á la
mesa, y pasando les servirá.
- 12:38
- Y aunque venga á la segunda vigilia, y aunque venga á la tercera vigilia,
y los hallare así, bienaventurados son los tales siervos.
- 12:39
- Esto empero sabed, que si supiese el padre de familia á qué hora había de
venir el ladrón, velaría ciertamente, y no dejaría minar su casa.
- 12:40
- Vosotros pues también, estad apercibidos; porque á la hora que no pensáis,
el Hijo del hombre vendrá.
- 12:41
- Entonces Pedro le dijo: Señor, ¿dices esta parábola á nosotros, ó también
á todos?
- 12:42
- Y dijo el Señor: ¿Quién es el mayordomo fiel y prudente, al cual el señor
pondrá sobre su familia, para que á tiempo les dé su ración?
- 12:43
- Bienaventurado aquel siervo, al cual, cuando el señor viniere, hallare
haciendo así.
- 12:44
- En verdad os digo, que Él le pondrá sobre todos sus bienes.
- 12:45
- Mas si el tal siervo dijere en su corazón: Mi señor tarda en venir: y
comenzare á herir á los siervos y á las criadas, y á comer y á beber y á
embriagarse;
- 12:46
- Vendrá el señor de aquel siervo el día que no espera, y á la hora que no
sabe, y le apartará, y pondrá su parte con los infieles.
- 12:47
- Porque el siervo que entendió la voluntad de su señor, y no se apercibió,
ni hizo conforme á su voluntad, será azotado mucho.
- 12:48
- Mas el que no entendió, é hizo cosas dignas de azotes, será azotado poco:
porque á cualquiera que fué dado mucho, mucho será vuelto á demandar de Él; y
al que encomendaron mucho, más le será pedido.
- 12:49
- Fuego vine á meter en la tierra: ¿y qué quiero, si ya está encendido?
- 12:50
- Empero de bautismo me es necesario ser bautizado: y ¡cómo me angustio
hasta que sea cumplido!
- 12:51
- ¿Pensáis que he venido á la tierra á dar paz? No, os digo; mas disensión.
- 12:52
- Porque estarán de aquí adelante cinco en una casa divididos; tres contra
dos, y dos contra tres.
- 12:53
- El padre estará dividido contra el hijo, y el hijo contra el padre; la
madre contra la hija, y la hija contra la madre; la suegra contra su nuera, y
la nuera contra su suegra.
- 12:54
- Y decía también á las gentes: Cuando veis la nube que sale del poniente,
luego decís: Agua viene; y es así.
- 12:55
- Y cuando sopla el austro, decís: Habrá calor; y lo hay.
- 12:56
- ¡Hipócritas! Sabéis examinar la faz del cielo y de la tierra; ¿y cómo no
reconocéis este tiempo?
- 12:57
- ¿Y por qué aun de vosotros mismos no juzgáis lo que es justo?
- 12:58
- Pues cuando vas al magistrado con tu adversario, procura en el camino
librarte de Él; porque no te arrastre al juez, y el juez te entregue al
alguacil, y el alguacil te meta en la cárcel.
- 12:59
- Te digo que no saldrás de allá, hasta que hayas pagado hasta el último
maravedí.
Capítulo 13
- 13:1
- Y EN este mismo tiempo estaban allí unos que le contaban acerca de los
Galileos, cuya sangre Pilato había mezclado con sus sacrificios.
- 13:2
- Y respondiendo Jesús, les dijo: ¿Pensáis que estos Galileos, porque han
padecido tales cosas, hayan sido más pecadores que todos los Galileos?
- 13:3
- No, os digo; antes si no os arrepintiereis, todos pereceréis igualmente.
- 13:4
- O aquellos dieciocho, sobre los cuales cayó la torre en Siloé, y los mató,
¿pensáis que ellos fueron más deudores que todos los hombres que habitan en
Jerusalem?
- 13:5
- No, os digo; antes si no os arrepintiereis, todos pereceréis asimismo.
- 13:6
- Y dijo esta parábola: Tenía uno una higuera plantada en su viña, y vino á
buscar fruto en ella, y no lo halló.
- 13:7
- Y dijo al viñero: He aquí tres años ha que vengo á buscar fruto en esta
higuera, y no lo hallo; córtala, ¿por qué ocupará aún la tierra?
- 13:8
- El entonces respondiendo, le dijo: Señor, déjala aún este año, hasta que
la excave, y estercole.
- 13:9
- Y si hiciere fruto, bien; y si no, la cortarás después.
- 13:10
- Y enseñaba en una sinagoga en sábado.
- 13:11
- Y he aquí una mujer que tenía espíritu de enfermedad dieciocho años, y
andaba agobiada, que en ninguna manera se podía enhestar.
- 13:12
- Y como Jesús la vió, llamóla, y díjole: Mujer, libre eres de tu
enfermedad.
- 13:13
- Y puso las manos sobre ella; y luego se enderezó, y glorificaba á Dios.
- 13:14
- Y respondiendo el príncipe de la sinagoga, enojado de que Jesús hubiese
curado en sábado, dijo á la compañía: Seis días hay en que es necesario obrar:
en estos, pues, venid y sed curados, y no en días de sábado.
- 13:15
- Entonces el Señor le respondió, y dijo: Hipócrita, cada uno de vosotros
¿no desata en sábado su buey ó su asno del pesebre, y lo lleva á beber?
- 13:16
- Y á esta hija de Abraham, que he aquí Satanás la había ligado dieciocho
años, ¿no convino desatar la de esta ligadura en día de sábado?
- 13:17
- Y diciendo estas cosas, se avergonzaban todos sus adversarios: mas todo el
pueblo se gozaba de todas las cosas gloriosas que eran por Él hechas.
- 13:18
- Y dijo: ¿A qué es semejante el reino de Dios, y á qué le compararé?
- 13:19
- Semejante es al grano de la mostaza, que tomándolo un hombre lo metió en
su huerto; y creció, y fué hecho árbol grande, y las aves del cielo hicieron
nidos en sus ramas.
- 13:20
- Y otra vez dijo: ¿A qué compararé el reino de Dios?
- 13:21
- Semejante es á la levadura, que tomó una mujer, y la escondió en tres
medidas de harina, hasta que todo hubo fermentado.
- 13:22
- Y pasaba por todas las ciudades y aldeas, enseñando, y caminando á
Jerusalem.
- 13:23
- Y díjole uno: Señor, ¿son pocos los que se salvan? Y Él les dijo:
- 13:24
- Porfiad á entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos
procurarán entrar, y no podrán.
- 13:25
- Después que el padre de familia se levantare, y cerrare la puerta, y
comenzareis á estar fuera, y llamar á la puerta, diciendo: Señor, Señor,
ábrenos; y respondiendo os dirá: No os conozco de dónde seáis.
- 13:26
- Entonces comenzaréis á decir: Delante de ti hemos comido y bebido, y en
nuestras plazas enseñaste;
- 13:27
- Y os dirá: Dígoos que no os conozco de dónde seáis; apartaos de mí todos
los obreros de iniquidad.
- 13:28
- Allí será el llanto y el crujir de dientes, cuando viereis á Abraham, y á
Isaac, y á Jacob, y á todos los profetas en el reino de Dios, y vosotros
excluídos.
- 13:29
- Y vendrán del Oriente y del Occidente, del Norte y del Mediodía, y se
sentarán á la mesa en el reino de Dios.
- 13:30
- Y he aquí, son postreros los que eran los primeros; y son primeros los que
eran los postreros
- 13:31
- Aquel mismo día llegaron unos de los Fariseos, diciéndole: Sal, y vete de
aquí, porque Herodes te quiere matar.
- 13:32
- Y les dijo: Id, y decid á aquella zorra: He aquí, echo fuera demonios y
acabo sanidades hoy y mañana, y al tercer día soy consumado.
- 13:33
- Empero es menester que hoy, y mañana, y pasado mañana camine; porque no es
posible que profeta muera fuera de Jerusalem.
- 13:34
- ¡Jerusalem, Jerusalem! que matas á los profetas, y apedreas á los que son
enviados á ti: ¡cuántas veces quise juntar tus hijos, como la gallina sus
pollos debajo de sus alas, y no quisiste!
- 13:35
- He aquí, os es dejada vuestra casa desierta: y os digo que no me veréis
hasta que venga tiempo cuando digáis: Bendito el que viene en nombre del
Señor.
Capítulo 14
- 14:1
- Y ACONTECIÓ que entrando en casa de un príncipe de los Fariseos un sábado
á comer pan, ellos le acechaban.
- 14:2
- Y he aquí un hombre hidrópico estaba delante de Él.
- 14:3
- Y respondiendo Jesús, habló á los doctores de la ley y á los Fariseos,
diciendo: ¿Es lícito sanar en sábado?
- 14:4
- Y ellos callaron. Entonces Él tomándole, le sanó, y despidióle.
- 14:5
- Y respondiendo á ellos dijo: ¿El asno ó el buey de cuál de vosotros caerá
en algún pozo, y no lo sacará luego en día de sábado?
- 14:6
- Y no le podían replicar á estas cosas.
- 14:7
- Y observando cómo escogían los primeros asientos á la mesa, propuso una
parábola á los convidados, diciéndoles:
- 14:8
- Cuando fueres convidado de alguno á bodas, no te sientes en el primer
lugar, no sea que otro más honrado que tú esté por Él convidado,
- 14:9
- Y viniendo el que te llamó á ti y á Él, te diga: Da lugar á éste: y
entonces comiences con vergüenza á tener el lugar último.
- 14:10
- Mas cuando fueres convidado, ve, y siéntate en el postrer lugar; porque
cuando viniere el que te llamó, te diga: Amigo, sube arriba: entonces tendrás
gloria delante de los que juntamente se asientan á la mesa.
- 14:11
- Porque cualquiera que se ensalza, será humillado; y el que se humilla,
será ensalzado.
- 14:12
- Y dijo también al que le había convidado: Cuando haces comida ó cena, no
llames á tus amigos, ni á tus hermanos, ni á tus parientes, ni á vecinos
ricos; porque también ellos no te vuelvan á convidar, y te sea hecha
compensación.
- 14:13
- Mas cuando haces banquete, llama á los pobres, los mancos, los cojos, los
ciegos;
- 14:14
- Y serás bienaventurado; porque no te pueden retribuir; mas te será
recompensado en la resurrección de los justos.
- 14:15
- Y oyendo esto uno de los que juntamente estaban sentados á la mesa, le
dijo: Bienaventurado el que comerá pan en el reino de los cielos.
- 14:16
- El entonces le dijo: Un hombre hizo una grande cena, y convido á muchos.
- 14:17
- Y á la hora de la cena envió á su siervo á decir á los convidados: Venid,
que ya está todo aparejado.
- 14:18
- Y comenzaron todos á una á excusarse. El primero le dijo: He comprado una
hacienda, y necesito salir y verla; te ruego que me des por excusado.
- 14:19
- Y el otro dijo: He comprado cinco yuntas de bueyes, y voy á probarlos;
ruégote que me des por excusado.
- 14:20
- Y el otro dijo: Acabo de casarme, y por tanto no puedo ir.
- 14:21
- Y vuelto el siervo, hizo saber estas cosas á su señor. Entonces enojado el
padre de la familia, dijo á su siervo: Ve presto por las plazas y por las
calles de la ciudad, y mete acá los pobres, los mancos, y cojos, y ciegos.
- 14:22
- Y dijo el siervo: Señor, hecho es como mandaste, y aun hay lugar.
- 14:23
- Y dijo el señor al siervo: Ve por los caminos y por los vallados, y
fuérzalos á entrar, para que se llene mi casa.
- 14:24
- Porque os digo que ninguno de aquellos hombres que fueron llamados,
gustará mi cena.
- 14:25
- Y muchas gentes iban con Él; y volviéndose les dijo:
- 14:26
- Si alguno viene á mí, y no aborrece á su padre, y madre, y mujer, é hijos,
y hermanos, y hermanas, y aun también su vida, no puede ser mi discípulo.
- 14:27
- Y cualquiera que no trae su cruz, y viene en pos de mí, no puede ser mi
discípulo.
- 14:28
- Porque ¿cuál de vosotros, queriendo edificar una torre, no cuenta primero
sentado los gastos, si tiene lo que necesita para acabarla?
- 14:29
- Porque después que haya puesto el fundamento, y no pueda acabarla, todos
los que lo vieren, no comiencen á hacer burla de Él,
- 14:30
- Diciendo: Este hombre comenzó á edificar, y no pudo acabar.
- 14:31
- ¿O cuál rey, habiendo de ir á hacer guerra contra otro rey, sentándose
primero no consulta si puede salir al encuentro con diez mil al que viene
contra Él con veinte mil?
- 14:32
- De otra manera, cuando aun el otro está lejos, le ruega por la paz,
enviándole embajada.
- 14:33
- Así pues, cualquiera de vosotros que no renuncia á todas las cosas que
posee, no puede ser mi discípulo.
- 14:34
- Buena es la sal; mas si aun la sal fuere desvanecida, ¿con qué se adobará?
- 14:35
- Ni para la tierra, ni para el muladar es buena; fuera la arrojan. Quien
tiene oídos para oir, oiga.
Capítulo 15
- 15:1
- Y SE llegaban á Él todos los publicanos y pecadores á oirle.
- 15:2
- Y murmuraban los Fariseos y los escribas, diciendo: Este á los pecadores
recibe, y con ellos come.
- 15:3
- Y Él les propuso esta parábola, diciendo:
- 15:4
- ¿Qué hombre de vosotros, teniendo cien ovejas, si perdiere una de ellas,
no deja las noventa y nueve en el desierto, y va á la que se perdió, hasta que
la halle?
- 15:5
- Y hallada, la pone sobre sus hombros gozoso;
- 15:6
- Y viniendo á casa, junta á los amigos y á los vecinos, diciéndoles: Dadme
el parabién, porque he hallado mi oveja que se había perdido.
- 15:7
- Os digo, que así habrá más gozo en el cielo de un pecador que se
arrepiente, que de noventa y nueve justos, que no necesitan arrepentimiento.
- 15:8
- ¿O qué mujer que tiene diez dracmas, si perdiere una dracma, no enciende
el candil, y barre la casa, y busca con diligencia hasta hallarla?
- 15:9
- Y cuando la hubiere hallado, junta las amigas y las vecinas, diciendo:
Dadme el parabién, porque he hallado la dracma que había perdido.
- 15:10
- Así os digo que hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que
se arrepiente.
- 15:11
- Y dijo: Un hombre tenía dos hijos;
- 15:12
- Y el menor de ellos dijo á su padre: Padre, dame la parte de la hacienda
que me pertenece: y les repartió la hacienda.
- 15:13
- Y no muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, partió lejos á
una provincia apartada; y allí desperdició su hacienda viviendo perdidamente.
- 15:14
- Y cuando todo lo hubo malgastado, vino una grande hambre en aquella
provincia, y comenzóle á faltar.
- 15:15
- Y fué y se llegó á uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual le
envió á su hacienda para que apacentase los puercos.
- 15:16
- Y deseaba henchir su vientre de las algarrobas que comían los puercos; mas
nadie se las daba.
- 15:17
- Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen
abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre!
- 15:18
- Me levantaré, é iré á mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el
cielo y contra ti;
- 15:19
- Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como á uno de tus
jornaleros.
- 15:20
- Y levantándose, vino á su padre. Y como aun estuviese lejos, viólo su
padre, y fué movido á misericordia, y corrió, y echóse sobre su cuello, y
besóle.
- 15:21
- Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo, y contra ti, y ya no
soy digno de ser llamado tu hijo.
- 15:22
- Mas el padre dijo á sus siervos: Sacad el principal vestido, y vestidle; y
poned un anillo en su mano, y zapatos en sus pies.
- 15:23
- Y traed el becerro grueso, y matadlo, y comamos, y hagamos fiesta:
- 15:24
- Porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; habíase perdido, y es
hallado. Y comenzaron á regocijarse.
- 15:25
- Y su hijo el mayor estaba en el campo; el cual como vino, y llegó cerca de
casa, oyó la sinfonía y las danzas;
- 15:26
- Y llamando á uno de los criados, preguntóle qué era aquello.
- 15:27
- Y Él le dijo: Tu hermano ha venido; y tu padre ha muerto el becerro
grueso, por haberle recibido salvo.
- 15:28
- Entonces se enojó, y no quería entrar. Salió por tanto su padre, y le
rogaba que entrase.
- 15:29
- Mas Él respondiendo, dijo al padre: He aquí tantos años te sirvo, no
habiendo traspasado jamás tu mandamiento, y nunca me has dado un cabrito para
gozarme con mis amigos:
- 15:30
- Mas cuando vino éste tu hijo, que ha consumido tu hacienda con rameras,
has matado para Él el becerro grueso.
- 15:31
- El entonces le dijo: Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son
tuyas.
- 15:32
- Mas era menester hacer fiesta y holgar nos, porque este tu hermano muerto
era, y ha revivido; habíase perdido, y es hallado.
Capítulo 16
- 16:1
- Y DIJO también á sus discípulos: Había un hombre rico, el cual tenía un
mayordomo, y éste fué acusado delante de Él como disipador de sus bienes.
- 16:2
- Y le llamó, y le dijo: ¿Qué es esto que oigo de ti? Da cuenta de tu
mayordomía, porque ya no podrás más ser mayordomo.
- 16:3
- Entonces el mayordomo dijo dentro de sí: ¿Qué haré? que mi señor me quita
la mayordomía. Cavar, no puedo; mendigar, tengo vergüenza.
- 16:4
- Yo sé lo que haré para que cuando fuere quitado de la mayordomía, me
reciban en sus casas.
- 16:5
- Y llamando á cada uno de los deudores de su señor, dijo al primero:
¿Cuánto debes á mi señor?
- 16:6
- Y Él dijo: Cien barriles de aceite. Y le dijo: Toma tu obligación, y
siéntate presto, y escribe cincuenta.
- 16:7
- Después dijo á otro: ¿Y tú, cuánto debes? Y Él dijo: Cien coros de trigo.
Y Él le dijo: Toma tu obligación, y escribe ochenta.
- 16:8
- Y alabó el señor al mayordomo malo por haber hecho discretamente; porque
los hijos de este siglo son en su generación más sagaces que los hijos de luz.
- 16:9
- Y yo os digo: Haceos amigos de las riquezas de maldad, para que cuando
faltareis, os reciban en las moradas eternas.
- 16:10
- El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel: y el que en lo
muy poco es injusto, también en lo más es injusto.
- 16:11
- Pues si en las malas riquezas no fuisteis fieles. ¿quién os confiará lo
verdadero?
- 16:12
- Y si en lo ajeno no fuisteis fieles, ¿quién os dará lo que es vuestro?
- 16:13
- Ningún siervo puede servir á dos señores; porque ó aborrecerá al uno y
amará al otro, ó se allegará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir
á Dios y á las riquezas.
- 16:14
- Y oían también todas estas cosas los Fariseos, los cuales eran avaros, y
se burlaban de Él.
- 16:15
- Y díjoles: Vosotros sois los que os justificáis á vosotros mismos delante
de los hombres; mas Dios conoce vuestros corazones; porque lo que los hombres
tienen por sublime, delante de Dios es abominación.
- 16:16
- La ley y los profetas hasta Juan: desde entonces el reino de Dios es
anunciado, y quienquiera se esfuerza á entrar en Él.
- 16:17
- Empero más fácil cosa es pasar el cielo y la tierra, que frustrarse un
tilde de la ley.
- 16:18
- Cualquiera que repudia á su mujer, y se casa con otra, adultera: y el que
se casa con la repudiada del marido, adultera.
- 16:19
- Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fino, y hacía
cada día banquete con esplendidez.
- 16:20
- Había también un mendigo llamado Lázaro, el cual estaba echado á la puerta
de Él, lleno de llagas,
- 16:21
- Y deseando hartarse de las migajas que caían de la mesa del rico; y aun
los perros venían y le lamían las llagas.
- 16:22
- Y aconteció que murió el mendigo, y fué llevado por los ángeles al seno de
Abraham: y murió también el rico, y fué sepultado.
- 16:23
- Y en el infierno alzó sus ojos, estando en los tormentos, y vió á Abraham
de lejos, y á Lázaro en su seno.
- 16:24
- Entonces Él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y
envía á Lázaro que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua;
porque soy atormentado en esta llama.
- 16:25
- Y díjole Abraham: Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida, y
Lázaro también males; mas ahora éste es consolado aquí, y tú atormentado.
- 16:26
- Y además de todo esto, una grande sima está constituída entre nosotros y
vosotros, que los que quisieren pasar de aquí á vosotros, no pueden, ni de
allá pasar acá.
- 16:27
- Y dijo: Ruégote pues, padre, que le envíes á la casa de mi padre;
- 16:28
- Porque tengo cinco hermanos; para que les testifique, porque no vengan
ellos también á este lugar de tormento.
- 16:29
- Y Abraham le dice: A Moisés y á los profetas tienen: óiganlos.
- 16:30
- El entonces dijo: No, padre Abraham: mas si alguno fuere á ellos de los
muertos, se arrepentirán.
- 16:31
- Mas Abraham le dijo: Si no oyen á Moisés y á los profetas, tampoco se
persuadirán, si alguno se levantare de los muertos.
Capítulo 17
- 17:1
- Y Á SUS discípulos dice: Imposible es que no vengan escándalos; mas ¡ay de
aquél por quien vienen!
- 17:2
- Mejor le fuera, si le pusiesen al cuello una piedra de molino, y le
lanzasen en el mar, que escandalizar á uno de estos pequeñitos.
- 17:3
- Mirad por vosotros: si pecare contra ti tu hermano, repréndele; y si se
arrepintiere, perdónale.
- 17:4
- Y si siete veces al día pecare contra ti, y siete veces al día se volviere
á ti, diciendo, pésame, perdónale.
- 17:5
- Y dijeron los apóstoles al Señor: Auméntanos la fe.
- 17:6
- Entonces el Señor dijo: Si tuvieseis fe como un grano de mostaza, diréis á
este sicómoro: Desarráigate, y plántate en el mar; y os obedecerá.
- 17:7
- ¿Y quién de vosotros tiene un siervo que ara ó apacienta, que vuelto del
campo le diga luego: Pasa, siéntate á la mesa?
- 17:8
- ¿No le dice antes: Adereza qué cene, y arremángate, y sírveme hasta que
haya comido y bebido; y después de esto, come tú y bebe?
- 17:9
- ¿Da gracias al siervo porque hizo lo que le había sido mandado? Pienso que
no.
- 17:10
- Así también vosotros, cuando hubiereis hecho todo lo que os es mandado,
decid: Siervos inútiles somos, porque lo que debíamos hacer, hicimos.
- 17:11
- Y aconteció que yendo Él á Jerusalem, pasaba por medio de Samaria y de
Galilea.
- 17:12
- Y entrando en una aldea, viniéronle al encuentro diez hombres leprosos,
los cuales se pararon de lejos,
- 17:13
- Y alzaron la voz, diciendo: Jesús, Maestro, ten misericordia de nosotros.
- 17:14
- Y como Él los vió, les dijo: Id, mostraos á los sacerdotes. Y aconteció,
que yendo ellos, fueron limpios.
- 17:15
- Entonces uno de ellos, como se vió que estaba limpio, volvió, glorificando
á Dios á gran voz;
- 17:16
- Y derribóse sobre el rostro á sus pies, dándole gracias: y éste era
Samaritano.
- 17:17
- Y respondiendo Jesús, dijo: ¿No son diez los que fueron limpios? ¿Y los
nueve dónde están?
- 17:18
- ¿No hubo quien volviese y diese gloria á Dios sino este extranjero?
- 17:19
- Y díjole: Levántate, vete; tu fe te ha salvado.
- 17:20
- Y preguntado por los Fariseos, cuándo había de venir el reino de Dios, les
respondió y dijo: El reino de Dios no vendrá con advertencia;
- 17:21
- Ni dirán: Helo aquí, ó helo allí: porque he aquí el reino de Dios entre
vosotros está.
- 17:22
- Y dijo á sus discípulos: Tiempo vendrá, cuando desearéis ver uno de los
días del Hijo del hombre, y no lo veréis.
- 17:23
- Y os dirán: Helo aquí, ó helo allí. No vayáis, ni sigáis.
- 17:24
- Porque como el relámpago, relampagueando desde una parte de debajo del
cielo, resplandece hasta la otra debajo del cielo, así también será el Hijo
del hombre en su día.
- 17:25
- Mas primero es necesario que padezca mucho, y sea reprobado de esta
generación.
- 17:26
- Y como fué en los días de Noé, así también será en los días del Hijo del
hombre.
- 17:27
- Comían, bebían, los hombres tomaban mujeres, y las mujeres maridos, hasta
el día que entró Noé en el arca; y vino el diluvio, y destruyó á todos.
- 17:28
- Asimismo también como fué en los días de Lot; comían, bebían, compraban,
vendían, plantaban, edificaban;
- 17:29
- Mas el día que Lot salió de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre, y
destruyó á todos:
- 17:30
- Como esto será el día en que el Hijo del hombre se manifestará.
- 17:31
- En aquel día, el que estuviere en el terrado, y sus alhajas en casa, no
descienda á tomarlas: y el que en el campo, asimismo no vuelva atrás.
- 17:32
- Acordaos de la mujer de Lot.
- 17:33
- Cualquiera que procurare salvar su vida, la perderá; y cualquiera que la
perdiere, la salvará.
- 17:34
- Os digo que en aquella noche estarán dos en una cama; el uno será tomado,
y el otro será dejado.
- 17:35
- Dos mujeres estarán moliendo juntas: la una será tomada, y la otra dejada.
- 17:36
- Dos estarán en el campo; el uno será tomado, y el otro dejado.
- 17:37
- Y respondiendo, le dicen: ¿Dónde, Señor? Y Él les dijo: Donde estuviere el
cuerpo, allá se juntarán también las águilas.
Capítulo 18
- 18:1
- Y PROPÚSOLES también una parábola sobre que es necesario orar siempre, y
no desmayar,
- 18:2
- Diciendo: Había un juez en una ciudad, el cual ni temía á Dios, ni
respetaba á hombre.
- 18:3
- Había también en aquella ciudad una viuda, la cual venía á Él diciendo:
Hazme justicia de mi adversario.
- 18:4
- Pero Él no quiso por algún tiempo; mas después de esto dijo dentro de sí:
Aunque ni temo á Dios, ni tengo respeto á hombre,
- 18:5
- Todavía, porque esta viuda me es molesta, le haré justicia, porque al fin
no venga y me muela.
- 18:6
- Y dijo el Señor: Oid lo que dice el juez injusto.
- 18:7
- ¿Y Dios no hará justicia á sus escogidos, que claman á Él día y noche,
aunque sea longánime acerca de ellos?
- 18:8
- Os digo que los defenderá presto. Empero cuando el Hijo del hombre
viniere, ¿hallará fe en la tierra?
- 18:9
- Y dijo también á unos que confiaban de sí como justos, y menospreciaban á
los otros, esta parábola:
- 18:10
- Dos hombres subieron al templo á orar: el uno Fariseo, el otro publicano.
- 18:11
- El Fariseo, en pie, oraba consigo de esta manera: Dios, te doy gracias,
que no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como
este publicano;
- 18:12
- Ayuno dos veces á la semana, doy diezmos de todo lo que poseo.
- 18:13
- Mas el publicano estando lejos no quería ni aun alzar los ojos al cielo,
sino que hería su pecho, diciendo: Dios, sé propició á mí pecador.
- 18:14
- Os digo que éste descendió á su casa justificado antes que el otro; porque
cualquiera que se ensalza, será humillado; y el que se humilla, será
ensalzado.
- 18:15
- Y traían á Él los niños para que los tocase; lo cual viendo los discípulos
les reñían.
- 18:16
- Mas Jesús llamándolos, dijo: Dejad los niños venir á mí, y no los
impidáis; porque de tales es el reino de Dios.
- 18:17
- De cierto os digo, que cualquiera que no recibiere el reino de Dios como
un niño, no entrará en Él.
- 18:18
- Y preguntóle un príncipe, diciendo: Maestro bueno, ¿qué haré para poseer
la vida eterna?
- 18:19
- Y Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? ninguno hay bueno sino sólo
Dios.
- 18:20
- Los mandamientos sabes: No matarás: No adulterarás: No hurtarás: No dirás
falso testimonio: Honra á tu padre y á tu madre.
- 18:21
- Y Él dijo: Todas estas cosas he guardado desde mi juventud.
- 18:22
- Y Jesús, oído esto, le dijo: Aun te falta una cosa: vende todo lo que
tienes, y da á los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme.
- 18:23
- Entonces Él, oídas estas cosas, se puso muy triste, porque era muy rico.
- 18:24
- Y viendo Jesús que se había entristecido mucho, dijo: ¡Cuán
dificultosamente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas!
- 18:25
- Porque más fácil cosa es entrar un camello por el ojo de una aguja, que un
rico entrar en el reino de Dios.
- 18:26
- Y los que lo oían, dijeron: ¿Y quién podrá ser salvo?
- 18:27
- Y Él les dijo: Lo que es imposible para con los hombres, posible es para
Dios.
- 18:28
- Entonces Pedro dijo: He aquí, nosotros hemos dejado las posesiones
nuestras, y te hemos seguido.
- 18:29
- Y Él les dijo: De cierto os digo, que nadie hay que haya dejado casa,
padres, ó hermanos, ó mujer, ó hijos, por el reino de Dios,
- 18:30
- Que no haya de recibir mucho más en este tiempo, y en el siglo venidero la
vida eterna.
- 18:31
- Y Jesús, tomando á los doce, les dijo: He aquí subimos á Jerusalem, y
serán cumplidas todas las cosas que fueron escritas por los profetas, del Hijo
del hombre.
- 18:32
- Porque será entregado á las gentes, y será escarnecido, é injuriado, y
escupido.
- 18:33
- Y después que le hubieren azotado, le matarán: mas al tercer día
resucitará.
- 18:34
- Pero ellos nada de estas cosas entendían, y esta palabra les era
encubierta, y no entendían lo que se decía.
- 18:35
- Y aconteció que acercándose Él á Jericó, un ciego estaba sentado junto al
camino mendigando;
- 18:36
- El cual como oyó la gente que pasaba, preguntó qué era aquello.
- 18:37
- Y dijéronle que pasaba Jesús Nazareno.
- 18:38
- Entonces dió voces, diciendo: Jesús, Hijo de David, ten misericordia de
mí.
- 18:39
- Y los que iban delante, le reñían que callase; mas Él clamaba mucho más:
Hijo de David, ten misericordia de mí.
- 18:40
- Jesús entonces parándose, mandó traerle á sí: y como Él llegó, le
preguntó,
- 18:41
- Diciendo: ¿Qué quieres que te haga? Y Él dijo: Señor, que vea.
- 18:42
- Y Jesús le dijo: Ve, tu fe te ha hecho salvo.
- 18:43
- Y luego vió, y le seguía, glorificando á Dios: y todo el pueblo como lo
vió, dió á Dios alabanza.
Capítulo 19
- 19:1
- Y HABIENDO entrado Jesús, iba pasando por Jericó;
- 19:2
- Y he aquí un varón llamado Zaqueo, el cual era el principal de los
publicanos, y era rico;
- 19:3
- Y procuraba ver á Jesús quién fuese; mas no podía á causa de la multitud,
porque era pequeño de estatura.
- 19:4
- Y corriendo delante, subióse á un árbol sicómoro para verle; porque había
de pasar por allí.
- 19:5
- Y como vino á aquel lugar Jesús, mirando, le vió, y díjole: Zaqueo, date
priesa, desciende, porque hoy es necesario que pose en tu casa.
- 19:6
- Entonces Él descendió apriesa, y le recibió gozoso.
- 19:7
- Y viendo esto, todos murmuraban, diciendo que había entrado á posar con un
hombre pecador.
- 19:8
- Entonces Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: He aquí, Señor, la mitad de
mis bienes doy á los pobres; y si en algo he defraudado á alguno, lo vuelvo
con el cuatro tanto.
- 19:9
- Y Jesús le dijo: Hoy ha venido la salvación á esta casa; por cuanto Él
también es hijo de Abraham.
- 19:10
- Porque el Hijo del hombre vino á buscar y á salvar lo que se había
perdido.
- 19:11
- Y oyendo ellos estas cosas, prosiguió Jesús y dijo una parábola, por
cuanto estaba cerca de Jerusalem, y porque pensaban que luego había de ser
manifestado el reino de Dios.
- 19:12
- Dijo pues: Un hombre noble partió á una provincia lejos, para tomar para
sí un reino, y volver.
- 19:13
- Mas llamados diez siervos suyos, les dió diez minas, y díjoles: Negociad
entre tanto que vengo.
- 19:14
- Empero sus ciudadanos le aborrecían, y enviaron tras de Él una embajada,
diciendo: No queremos que éste reine sobre nosotros.
- 19:15
- Y aconteció, que vuelto Él, habiendo tomado el reino, mandó llamar á sí á
aquellos siervos á los cuales había dado el dinero, para saber lo que había
negociado cada uno.
- 19:16
- Y vino el primero, diciendo: Señor, tu mina ha ganado diez minas.
- 19:17
- Y Él le dice: Está bien, buen siervo; pues que en lo poco has sido fiel,
tendrás potestad sobre diez ciudades.
- 19:18
- Y vino otro, diciendo: Señor, tu mina ha hecho cinco minas.
- 19:19
- Y también á éste dijo: Tú también sé sobre cinco ciudades.
- 19:20
- Y vino otro, diciendo: Señor, he aquí tu mina, la cual he tenido guardada
en un pañizuelo:
- 19:21
- Porque tuve miedo de ti, que eres hombre recio; tomas lo que no pusiste, y
siegas lo que no sembraste.
- 19:22
- Entonces Él le dijo: Mal siervo, de tu boca te juzgo. Sabías que yo era
hombre recio, que tomo lo que no puse, y que siego lo que no sembré;
- 19:23
- ¿Por qué, no diste mi dinero al banco, y yo viniendo lo demandara con el
logro?
- 19:24
- Y dijo á los que estaban presentes: Quitadle la mina, y dadla al que tiene
las diez minas.
- 19:25
- Y ellos le dijeron: Señor, tiene diez minas.
- 19:26
- Pues yo os digo que á cualquiera que tuviere, le será dado; mas al que no
tuviere, aun lo que tiene le será quitado.
- 19:27
- Y también á aquellos mis enemigos que no querían que yo reinase sobre
ellos, traedlos acá, y degolladlos delante de mí.
- 19:28
- Y dicho esto, iba delante subiendo á Jerusalem.
- 19:29
- Y aconteció, que llegando cerca de Bethfagé, y de Bethania, al monte que
se llama de las Olivas, envió dos de sus discípulos,
- 19:30
- Diciendo: Id á la aldea de enfrente; en la cual como entrareis, hallaréis
un pollino atado, en el que ningún hombre se ha sentado jamás; desatadlo, y
traedlo.
- 19:31
- Y si alguien os preguntare, ¿por qué lo desatáis? le responderéis así:
Porque el Señor lo ha menester.
- 19:32
- Y fueron los que habían sido enviados, y hallaron como les dijo.
- 19:33
- Y desatando ellos el pollino, sus dueños les dijeron: ¿Por qué desatáis el
pollino?
- 19:34
- Y ellos dijeron: Porque el Señor lo ha menester.
- 19:35
- Y trajéronlo á Jesús; y habiendo echado sus vestidos sobre el pollino,
pusieron á Jesús encima.
- 19:36
- Y yendo Él tendían sus capas por el camino.
- 19:37
- Y como llegasen ya cerca de la bajada del monte de las Olivas, toda la
multitud de los discípulos, gozándose, comenzaron á alabar á Dios á gran voz
por todas las maravillas que habían visto,
- 19:38
- Diciendo: ¡Bendito el rey que viene en el nombre del Señor: paz en el
cielo, y gloria en lo altísimo!
- 19:39
- Entonces algunos de los Fariseos de la compañía, le dijeron: Maestro,
reprende á tus discípulos.
- 19:40
- Y Él respondiendo, les dijo: Os digo que si éstos callaren, las piedras
clamarán.
- 19:41
- Y como llegó cerca viendo la ciudad, lloró sobre ella,
- 19:42
- Diciendo: ¡Oh si también tú conocieses, á lo menos en este tu día, lo que
toca á tu paz! mas ahora está encubierto de tus ojos.
- 19:43
- Porque vendrán días sobre ti, que tus enemigos te cercarán con baluarte, y
te pondrán cerco, y de todas partes te pondrán en estrecho,
- 19:44
- Y te derribarán á tierra, y á tus hijos dentro de ti; y no dejarán sobre
ti piedra sobre piedra; por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación.
- 19:45
- Y entrando en el templo, comenzó á echar fuera á todos los que vendían y
compraban en Él.
- 19:46
- Diciéndoles: Escrito está: Mi casa, casa de oración es; mas vosotros la
habéis hecho cueva de ladrones.
- 19:47
- Y enseñaba cada día en el templo; mas los príncipes de los sacerdotes, y
los escribas, y los principales del pueblo procuraban matarle.
- 19:48
- Y no hallaban qué hacerle, porque todo el pueblo estaba suspenso oyéndole.
Capítulo 20
- 20:1
- Y ACONTECIÓ un día, que enseñando Él al pueblo en el templo, y anunciando
el evangelio, llegáronse los príncipes de los sacerdotes y los escribas, con
los ancianos;
- 20:2
- Y le hablaron, diciendo: Dinos: ¿con qué potestad haces estas cosas? ¿ó
quién es el que te ha dado esta potestad?
- 20:3
- Respondiendo entonces Jesús, les dijo: Os preguntaré yo también una
palabra; respondedme:
- 20:4
- El bautismo de Juan, ¿era del cielo, ó de los hombres?
- 20:5
- Mas ellos pensaban dentro de sí, diciendo: Si dijéremos, del cielo, dirá:
¿Por qué, pues, no le creísteis?
- 20:6
- Y si dijéremos, de los hombres, todo el pueblo nos apedreará: porque están
ciertos que Juan era profeta.
- 20:7
- Y respondieron que no sabían de dónde.
- 20:8
- Entonces Jesús les dijo: Ni yo os digo con qué potestad hago estas cosas.
- 20:9
- Y comenzó á decir al pueblo esta parábola: Un hombre plantó una viña, y
arrendóla á labradores, y se ausentó por mucho tiempo.
- 20:10
- Y al tiempo, envió un siervo á los labradores, para que le diesen del
fruto de la viña; mas los labradores le hirieron, y enviaron vacío.
- 20:11
- Y volvió á enviar otro siervo; mas ellos á éste también, herido y
afrentado, le enviaron vacío.
- 20:12
- Y volvió á enviar al tercer siervo; mas ellos también á éste echaron
herido.
- 20:13
- Entonces el señor de la viña dijo: ¿Qué haré? Enviaré mi hijo amado:
quizás cuando á éste vieren, tendrán respeto.
- 20:14
- Mas los labradores, viéndole, pensaron entre sí, diciendo: Este es el
heredero; venid, matémosle para que la heredad sea nuestra.
- 20:15
- Y echáronle fuera de la viña, y le mataron. ¿Qué pues, les hará el señor
de la viña?
- 20:16
- Vendrá, y destruirá á estos labradores, y dará su viña á otros. Y como
ellos lo oyeron, dijeron: ¡Dios nos libre!
- 20:17
- Mas Él mirándolos, dice: ¿Qué pues es lo que está escrito: La piedra que
condenaron los edificadores, Esta fué por cabeza de esquina?
- 20:18
- Cualquiera que cayere sobre aquella piedra, será quebrantado; mas sobre el
que la piedra cayere, le desmenuzará.
- 20:19
- Y procuraban los príncipes de los sacerdotes y los escribas echarle mano
en aquella hora, porque entendieron que contra ellos había dicho esta
parábola: mas temieron al pueblo.
- 20:20
- Y acechándole enviaron espías que se simulasen justos, para sorprenderle
en palabras, para que le entregasen al principado y á la potestad del
presidente.
- 20:21
- Los cuales le preguntaron, diciendo: Maestro, sabemos que dices y enseñas
bien, y que no tienes respeto á persona; antes enseñas el camino de Dios con
verdad.
- 20:22
- ¿Nos es lícito dar tributo á César, ó no?
- 20:23
- Mas Él, entendiendo la astucia de ellos, les dijo: ¿Por qué me tentáis?
- 20:24
- Mostradme la moneda. ¿De quién tiene la imagen y la inscripción? Y
respondiendo dijeron: De César.
- 20:25
- Entonces les dijo: Pues dad á César lo que es de César; y lo que es de
Dios, á Dios.
- 20:26
- Y no pudieron reprender sus palabras delante del pueblo: antes
maravillados de su respuesta, callaron.
- 20:27
- Y llegándose unos de los Saduceos, los cuales niegan haber resurrección,
le preguntaron,
- 20:28
- Diciendo: Maestro, Moisés nos escribió: Si el hermano de alguno muriere
teniendo mujer, y muriere sin hijos, que su hermano tome la mujer, y levante
simiente á su hermano.
- 20:29
- Fueron, pues, siete hermanos: y el primero tomó mujer, y murió sin hijos.
- 20:30
- Y la tomó el segundo, el cual también murió sin hijos.
- 20:31
- Y la tomó el tercero: asimismo también todos siete: y murieron sin dejar
prole.
- 20:32
- Y á la postre de todos murió también la mujer.
- 20:33
- En la resurrección, pues, ¿mujer de cuál de ellos será? porque los siete
la tuvieron por mujer.
- 20:34
- Entonces respondiendo Jesús, les dijo: Los hijos de este siglo se casan, y
son dados en casamiento:
- 20:35
- Mas los que fueren tenidos por dignos de aquel siglo y de la resurrección
de los muertos, ni se casan, ni son dados en casamiento:
- 20:36
- Porque no pueden ya más morir: porque son iguales á los ángeles, y son
hijos de Dios, cuando son hijos de la resurrección.
- 20:37
- Y que los muertos hayan de resucitar, aun Moisés lo enseñó en el pasaje de
la zarza, cuando llama al Señor: Dios de Abraham, y Dios de Isaac, y Dios de
Jacob.
- 20:38
- Porque Dios no es Dios de muertos, mas de vivos: porque todos viven á Él.
- 20:39
- Y respondiéndole unos de los escribas, dijeron: Maestro, bien has dicho.
- 20:40
- Y no osaron más preguntarle algo.
- 20:41
- Y Él les dijo: ¿Cómo dicen que el Cristo es hijo de David?
- 20:42
- Y el mismo David dice en el libro de los Salmos: Dijo el Señor á mi Señor:
Siéntate á mi diestra,
- 20:43
- Entre tanto que pongo tus enemigos por estrado de tus pies.
- 20:44
- Así que David le llama Señor: ¿cómo pues es su hijo?
- 20:45
- Y oyéndole todo el pueblo, dijo á sus discípulos:
- 20:46
- Guardaos de los escribas, que quieren andar con ropas largas, y aman las
salutaciones en las plazas, y las primeras sillas en las sinagogas, y los
primeros asientos en las cenas;
- 20:47
- Que devoran las casas de las viudas, poniendo por pretexto la larga
oración: éstos recibirán mayor condenación.
Capítulo 21
- 21:1
- Y MIRANDO, vió á los ricos que echaban sus ofrendas en el gazofilacio.
- 21:2
- Y vió también una viuda pobrecilla, que echaba allí dos blancas.
- 21:3
- Y dijo: De verdad os digo, que esta pobre viuda echó más que todos:
- 21:4
- Porque todos estos, de lo que les sobra echaron para las ofrendas de Dios;
mas ésta de su pobreza echó todo el sustento que tenía.
- 21:5
- Y á unos que decían del templo, que estaba adornado de hermosas piedras y
dones, dijo:
- 21:6
- Estas cosas que veis, días vendrán que no quedará piedra sobre piedra que
no sea destruída.
- 21:7
- Y le preguntaron, diciendo: Maestro, ¿cuándo será esto? ¿y qué señal habrá
cuando estas cosas hayan de comenzar á ser hechas?
- 21:8
- El entonces dijo: Mirad, no seáis engañados; porque vendrán muchos en mi
nombre, diciendo: Yo soy; y, el tiempo está cerca: por tanto, no vayáis en pos
de ellos.
- 21:9
- Empero cuando oyereis guerras y sediciones, no os espantéis; porque es
necesario que estas cosas acontezcan primero: mas no luego será el fin.
- 21:10
- Entonces les dijo: Se levantará gente contra gente, y reino contra reino;
- 21:11
- Y habrá grandes terremotos, y en varios lugares hambres y pestilencias: y
habrá espantos y grandes señales del cielo.
- 21:12
- Mas antes de todas estas cosas os echarán mano, y perseguirán,
entregándoos á las sinagogas y á las cárceles, siendo llevados á los reyes y á
los gobernadores por causa de mi nombre.
- 21:13
- Y os será para testimonio.
- 21:14
- Poned pues en vuestros corazones no pensar antes cómo habéis de responder:
- 21:15
- Porque yo os daré boca y sabiduría, á la cual no podrán resistir ni
contradecir todos los que se os opondrán.
- 21:16
- Mas seréis entregados aun de vuestros padres, y hermanos, y parientes, y
amigos; y matarán á algunos de vosotros.
- 21:17
- Y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre.
- 21:18
- Mas un pelo de vuestra cabeza no perecerá.
- 21:19
- En vuestra paciencia poseeréis vuestras almas.
- 21:20
- Y cuando viereis á Jerusalem cercada de ejércitos, sabed entonces que su
destrucción ha llegado.
- 21:21
- Entonces los que estuvieren en Judea, huyan á los montes; y los que en
medio de ella, váyanse; y los que estén en los campos, no entren en ella.
- 21:22
- Porque estos son días de venganza: para que se cumplan todas las cosas que
están escritas.
- 21:23
- Mas ¡ay de las preñadas, y de las que crían en aquellos días! porque habrá
apuro grande sobre la tierra é ira en este pueblo.
- 21:24
- Y caerán á filo de espada, y serán llevados cautivos á todas las naciones:
y Jerusalem será hollada de las gentes, hasta que los tiempos de las gentes
sean cumplidos.
- 21:25
- Entonces habrá señales en el sol, y en la luna, y en las estrellas; y en
la tierra angustia de gentes por la confusión del sonido de la mar y de las
ondas:
- 21:26
- Secándose los hombres á causa del temor y expectación de las cosas que
sobrevendrán á la redondez de la tierra: porque las virtudes de los cielos
serán conmovidas.
- 21:27
- Y entonces verán al Hijo del hombre, que vendrá en una nube con potestad y
majestad grande.
- 21:28
- Y cuando estas cosas comenzaren á hacerse, mirad, y levantad vuestras
cabezas, porque vuestra redención está cerca.
- 21:29
- Y díjoles una parábola: Mirad la higuera y todos los árboles:
- 21:30
- Cuando ya brotan, viéndolo, de vosotros mismos entendéis que el verano
está ya cerca.
- 21:31
- Así también vosotros, cuando viereis hacerse estas cosas, entended que
está cerca el reino de Dios.
- 21:32
- De cierto os digo, que no pasará esta generación hasta que todo sea hecho.
- 21:33
- El cielo y la tierra pasarán; mas mis palabras no pasarán.
- 21:34
- Y mirad por vosotros, que vuestros corazones no sean cargados de
glotonería y embriaguez, y de los cuidados de esta vida, y venga de repente
sobre vosotros aquel día.
- 21:35
- Porque como un lazo vendrá sobre todos los que habitan sobre la faz de
toda la tierra.
- 21:36
- Velad pues, orando en todo tiempo, que seáis tenidos por dignos de evitar
todas estas cosas que han de venir, y de estar en pie delante del Hijo del
hombre.
- 21:37
- Y enseñaba de día en el templo; y de noche saliendo, estábase en el monte
que se llama de las Olivas.
- 21:38
- Y todo el pueblo venía á Él por la mañana, para oirle en el templo.
Capítulo 22
- 22:1
- Y ESTABA cerca el día de la fiesta de los ázimos, que se llama la Pascua.
- 22:2
- Y los príncipes de los sacerdotes y los escribas buscaban cómo le
matarían; mas tenían miedo del pueblo.
- 22:3
- Y entró Satanás en Judas, por sobrenombre Iscariote, el cual era uno del
número de los doce;
- 22:4
- Y fué, y habló con los príncipes de los sacerdotes, y con los magistrados,
de cómo se lo entregaría.
- 22:5
- Los cuales se holgaron, y concertaron de darle dinero.
- 22:6
- Y prometió, y buscaba oportunidad para entregarle á ellos sin bulla.
- 22:7
- Y vino el día de los ázimos, en el cual era necesario matar la pascua.
- 22:8
- Y envió á Pedro y á Juan, diciendo: Id, aparejadnos la pascua para que
comamos.
- 22:9
- Y ellos le dijeron: ¿Dónde quieres que aparejemos?
- 22:10
- Y Él les dijo: He aquí cuando entrareis en la ciudad, os encontrará un
hombre que lleva un cántaro de agua: seguidle hasta la casa donde entrare,
- 22:11
- Y decid al padre de la familia de la casa: El Maestro te dice: ¿Dónde está
el aposento donde tengo de comer la pascua con mis discípulos?
- 22:12
- Entonces Él os mostrará un gran cenáculo aderezado; aparejad allí.
- 22:13
- Fueron pues, y hallaron como les había dicho; y aparejaron la pascua.
- 22:14
- Y como fué hora, sentóse á la mesa, y con Él los apóstoles.
- 22:15
- Y les dijo: En gran manera he deseado comer con vosotros esta pascua antes
que padezca;
- 22:16
- Porque os digo que no comeré más de ella, hasta que se cumpla en el reino
de Dios.
- 22:17
- Y tomando el vaso, habiendo dado gracias, dijo: Tomad esto, y partidlo
entre vosotros;
- 22:18
- Porque os digo, que no beberé más del fruto de la vid, hasta que el reino
de Dios venga.
- 22:19
- Y tomando el pan, habiendo dado gracias, partió, y les dió, diciendo: Esto
es mi cuerpo, que por vosotros es dado: haced esto en memoria de mí.
- 22:20
- Asimismo también el vaso, después que hubo cenado, diciendo: Este vaso es
el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama.
- 22:21
- Con todo eso, he aquí la mano del que me entrega, conmigo en la mesa.
- 22:22
- Y á la verdad el Hijo del hombre va, según lo que está determinado; empero
¡ay de aquél hombre por el cual es entregado!
- 22:23
- Ellos entonces comenzaron á preguntar entre sí, cuál de ellos sería el que
había de hacer esto.
- 22:24
- Y hubo entre ellos una contienda, quién de ellos parecía ser el mayor.
- 22:25
- Entonces Él les dijo: Los reyes de las gentes se enseñorean de ellas; y
los que sobre ellas tienen potestad, son llamados bienhechores:
- 22:26
- Mas vosotros, no así: antes el que es mayor entre vosotros, sea como el
más mozo; y el que es príncipe, como el que sirve.
- 22:27
- Porque, ¿cuál es mayor, el que se sienta á la mesa, ó el que sirve? ¿No es
el que se sienta á la mesa? Y yo soy entre vosotros como el que sirve.
- 22:28
- Empero vosotros sois los que habéis permanecido conmigo en mis
tentaciones:
- 22:29
- Yo pues os ordeno un reino, como mi Padre me lo ordenó á mí,
- 22:30
- Para que comáis y bebáis en mi mesa en mi reino, y os sentéis sobre tronos
juzgando á las doce tribus de Israel.
- 22:31
- Dijo también el Señor: Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para
zarandaros como á trigo;
- 22:32
- Mas yo he rogado por ti que tu fe no falte: y tú, una vez vuelto, confirma
á tus hermanos.
- 22:33
- Y Él le dijo: Señor, pronto estoy á ir contigo aun á cárcel y á muerte.
- 22:34
- Y Él dijo: Pedro, te digo que el gallo no cantará hoy antes que tú niegues
tres veces que me conoces.
- 22:35
- Y á ellos dijo: Cuando os envié sin bolsa, y sin alforja, y sin zapatos,
¿os faltó algo? Y ellos dijeron: Nada.
- 22:36
- Y les dijo: Pues ahora, el que tiene bolsa, tómela, y también la alforja,
y el que no tiene, venda su capa y compre espada.
- 22:37
- Porque os digo, que es necesario que se cumpla todavía en mí aquello que
está escrito: Y con los malos fué contado: porque lo que está escrito de mí,
cumplimiento tiene.
- 22:38
- Entonces ellos dijeron: Señor, he aquí dos espadas. Y Él les dijo: Basta.
- 22:39
- Y saliendo, se fué, como solía, al monte de las Olivas; y sus discípulos
también le siguieron.
- 22:40
- Y como llegó á aquel lugar, les dijo: Orad que no entréis en tentación.
- 22:41
- Y Él se apartó de ellos como un tiro de piedra; y puesto de rodillas oró,
- 22:42
- Diciendo: Padre, si quieres, pasa este vaso de mí; empero no se haga mi
voluntad, sino la tuya.
- 22:43
- Y le apareció un ángel del cielo confortándole.
- 22:44
- Y estando en agonía, oraba más intensamente: y fué su sudor como grandes
gotas de sangre que caían hasta la tierra.
- 22:45
- Y como se levantó de la oración, y vino á sus discípulos, hallólos
durmiendo de tristeza;
- 22:46
- Y les dijo: ¿Por qué dormís? Levantaos, y orad que no entréis en
tentación.
- 22:47
- Estando Él aún hablando, he aquí una turba; y el que se llamaba Judas, uno
de los doce, iba delante de ellos; y llegóse á Jesús para besarlo.
- 22:48
- Entonces Jesús le dijo: Judas, ¿con beso entregas al Hijo del hombre?
- 22:49
- Y viendo los que estaban con Él lo que había de ser, le dijeron: Señor,
¿heriremos á cuchillo?
- 22:50
- Y uno de ellos hirió á un siervo del príncipe de los sacerdotes, y le
quitó la oreja derecha.
- 22:51
- Entonces respondiendo Jesús, dijo: Dejad hasta aquí. Y tocando su oreja,
le sanó.
- 22:52
- Y Jesús dijo á los que habían venido á Él, los príncipes de los
sacerdotes, y los magistrados del templo, y los ancianos: ¿Como á ladrón
habéis salido con espadas y con palos?
- 22:53
- Habiendo estado con vosotros cada día en el templo, no extendisteis las
manos contra mí; mas ésta es vuestra hora, y la potestad de las tinieblas.
- 22:54
- Y prendiéndole trajéronle, y metiéronle en casa del príncipe de los
sacerdotes. Y Pedro le seguía de lejos.
- 22:55
- Y habiendo encendido fuego en medio de la sala, y sentándose todos
alrededor, se sentó también Pedro entre ellos.
- 22:56
- Y como una criada le vió que estaba sentado al fuego, fijóse en Él, y
dijo: Y éste con Él estaba.
- 22:57
- Entonces Él lo negó, diciendo: Mujer, no le conozco.
- 22:58
- Y un poco después, viéndole otro, dijo: Y tú de ellos eras. Y Pedro dijo:
Hombre, no soy.
- 22:59
- Y como una hora pasada otro afirmaba, diciendo: Verdaderamente también
éste estaba con Él, porque es Galileo.
- 22:60
- Y Pedro dijo: Hombre, no sé qué dices. Y luego, estando Él aún hablando,
el gallo cantó.
- 22:61
- Entonces, vuelto el Señor, miró á Pedro: y Pedro se acordó de la palabra
del Señor como le había dicho: Antes que el gallo cante, me negarás tres
veces.
- 22:62
- Y saliendo fuera Pedro, lloró amargamente.
- 22:63
- Y los hombres que tenían á Jesús, se burlaban de Él hiriéndole;
- 22:64
- Y cubriéndole, herían su rostro, y preguntábanle, diciendo: Profetiza
quién es el que te hirió.
- 22:65
- Y decían otras muchas cosas injuriándole.
- 22:66
- Y cuando fué de día, se juntaron los ancianos del pueblo, y los príncipes
de los sacerdotes, y los escribas, y le trajeron á su concilio,
- 22:67
- Diciendo: ¿Eres tú el Cristo? dínoslo. Y les dijo: Si os lo dijere, no
creeréis;
- 22:68
- Y también si os preguntare, no me responderéis, ni me soltaréis:
- 22:69
- Mas después de ahora el Hijo del hombre se asentará á la diestra de la
potencia de Dios.
- 22:70
- Y dijeron todos: ¿Luego tú eres Hijo de Dios? Y Él les dijo: Vosotros
decís que yo soy.
- 22:71
- Entonces ellos dijeron: ¿Qué más testimonio deseamos? porque nosotros lo
hemos oído de su boca.
Capítulo 23
- 23:1
- LEVANTÁNDOSE entonces toda la multitud de ellos, lleváronle á Pilato.
- 23:2
- Y comenzaron á acusarle, diciendo: A éste hemos hallado que pervierte la
nación, y que veda dar tributo á César, diciendo que Él es el Cristo, el rey.
- 23:3
- Entonces Pilato le preguntó, diciendo: ¿Eres tú el Rey de los Judíos? Y
respondiéndole él, dijo: Tú lo dices.
- 23:4
- Y Pilato dijo á los príncipes de los sacerdotes, y á las gentes: Ninguna
culpa hallo en este hombre.
- 23:5
- Mas ellos porfiaban, diciendo: Alborota al pueblo, enseñando por toda
Judea, comenzando desde Galilea hasta aquí.
- 23:6
- Entonces Pilato, oyendo de Galilea, preguntó si el hombre era Galileo.
- 23:7
- Y como entendió que era de la jurisdicción de Herodes, le remitió á
Herodes, el cual también estaba en Jerusalem en aquellos días.
- 23:8
- Y Herodes, viendo á Jesús, holgóse mucho, porque hacía mucho que deseaba
verle; porque había oído de Él muchas cosas, y tenía esperanza que le vería
hacer alguna señal.
- 23:9
- Y le preguntaba con muchas palabras; mas Él nada le respondió:
- 23:10
- Y estaban los príncipes de los sacerdotes y los escribas acusándole con
gran porfía.
- 23:11
- Mas Herodes con su corte le menospreció, y escarneció, vistiéndole de una
ropa rica; y volvióle á enviar á Pilato.
- 23:12
- Y fueron hechos amigos entre sí Pilato y Herodes en el mismo día; porque
antes eran enemigos entre sí.
- 23:13
- Entonces Pilato, convocando los príncipes de los sacerdotes, y los
magistrados, y el pueblo,
- 23:14
- Les dijo: Me habéis presentado á éste por hombre que desvía al pueblo: y
he aquí, preguntando yo delante de vosotros, no he hallado culpa alguna en
este hombre de aquéllas de que le acusáis.
- 23:15
- Y ni aun Herodes; porque os remití á Él, y he aquí, ninguna cosa digna de
muerte ha hecho.
- 23:16
- Le soltaré, pues, castigado.
- 23:17
- Y tenía necesidad de soltarles uno en cada fiesta.
- 23:18
- Mas toda la multitud dió voces á una, diciendo: Quita á éste, y suéltanos
á Barrabás:
- 23:19
- (El cual había sido echado en la cárcel por una sedición hecha en la
ciudad, y una muerte.)
- 23:20
- Y hablóles otra vez Pilato, queriendo soltar á Jesús.
- 23:21
- Pero ellos volvieron á dar voces, diciendo: Crucifícale, crucifícale.
- 23:22
- Y Él les dijo la tercera vez: ¿Pues qué mal ha hecho éste? Ninguna culpa
de muerte he hallado en Él: le castigaré, pues, y le soltaré.
- 23:23
- Mas ellos instaban á grandes voces, pidiendo que fuese crucificado. Y las
voces de ellos y de los príncipes de los sacerdotes crecían.
- 23:24
- Entonces Pilato juzgó que se hiciese lo que ellos pedían;
- 23:25
- Y les soltó á aquél que había sido echado en la cárcel por sedición y una
muerte, al cual habían pedido; y entregó á Jesús á la voluntad de ellos.
- 23:26
- Y llevándole, tomaron á un Simón Cireneo, que venía del campo, y le
pusieron encima la cruz para que la llevase tras Jesús.
- 23:27
- Y le seguía una grande multitud de pueblo, y de mujeres, las cuales le
lloraban y lamentaban.
- 23:28
- Mas Jesús, vuelto á ellas, les dice: Hijas de Jerusalem, no me lloréis á
mí, mas llorad por vosotras mismas, y por vuestros hijos.
- 23:29
- Porque he aquí vendrán días en que dirán: Bienaventuradas las estériles, y
los vientres que no engendraron, y los pechos que no criaron.
- 23:30
- Entonces comenzarán á decir á los montes: Caed sobre nosotros: y á los
collados: Cubridnos.
- 23:31
- Porque si en el árbol verde hacen estas cosas, ¿en el seco, qué se hará?
- 23:32
- Y llevaban también con Él otros dos, malhechores, á ser muertos.
- 23:33
- Y como vinieron al lugar que se llama de la Calavera, le crucificaron
allí, y á los malhechores, uno á la derecha, y otro á la izquierda.
- 23:34
- Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Y
partiendo sus vestidos, echaron suertes.
- 23:35
- Y el pueblo estaba mirando; y se burlaban de Él los príncipes con ellos,
diciendo: A otros hizo salvos: sálvese á sí, si éste es el Mesías, el escogido
de Dios.
- 23:36
- Escarnecían de Él también los soldados, llegándose y presentándole
vinagre,
- 23:37
- Y diciendo: Si tú eres el Rey de los Judíos, sálvate á ti mismo.
- 23:38
- Y había también sobre Él un título escrito con letras griegas, y latinas,
y hebraicas: ESTE ES EL REY DE LOS JUDIOS.
- 23:39
- Y uno de los malhechores que estaban colgados, le injuriaba, diciendo: Si
tú eres el Cristo, sálvate á ti mismo y á nosotros.
- 23:40
- Y respondiendo el otro, reprendióle, diciendo: ¿Ni aun tú temes á Dios,
estando en la misma condenación?
- 23:41
- Y nosotros, á la verdad, justamente padecemos; porque recibimos lo que
merecieron nuestros hechos: mas éste ningún mal hizo.
- 23:42
- Y dijo á Jesús: Acuérdate de mí cuando vinieres á tu reino.
- 23:43
- Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo, que hoy estarás conmigo en el
paraíso.
- 23:44
- Y cuando era como la hora de sexta, fueron hechas tinieblas sobre toda la
tierra hasta la hora de nona.
- 23:45
- Y el sol se obscureció: y el velo del templo se rompió por medio.
- 23:46
- Entonces Jesús, clamando á gran voz, dijo: Padre, en tus manos encomiendo
mi espíritu. Y habiendo dicho esto, espiró.
- 23:47
- Y como el centurión vió lo que había acontecido, dió gloria á Dios,
diciendo: Verdaderamente este hombre era justo.
- 23:48
- Y toda la multitud de los que estaban presentes á este espectáculo, viendo
lo que había acontecido, se volvían hiriendo sus pechos.
- 23:49
- Mas todos sus conocidos, y las mujeres que le habían seguido desde
Galilea, estaban lejos mirando estas cosas.
- 23:50
- Y he aquí un varón llamado José, el cual era senador, varón bueno y justo,
- 23:51
- (El cual no había consentido en el consejo ni en los hechos de ellos), de
Arimatea, ciudad de la Judea, el cual también esperaba el reino de Dios;
- 23:52
- Este llegó á Pilato, y pidió el cuerpo de Jesús.
- 23:53
- Y quitado, lo envolvió en una sábana, y le puso en un sepulcro abierto en
una peña, en el cual ninguno había aún sido puesto.
- 23:54
- Y era día de la víspera de la Pascua; y estaba para rayar el sábado.
- 23:55
- Y las mujeres que con Él habían venido de Galilea, siguieron también y
vieron el sepulcro, y cómo fué puesto su cuerpo.
- 23:56
- Y vueltas, aparejaron drogas aromáticas y ungüentos; y reposaron el
sábado, conforme al mandamiento.
Capítulo 24
- 24:1
- Y EL primer día de la semana, muy de mañana, vinieron al sepulcro,
trayendo las drogas aromáticas que habían aparejado, y algunas otras mujeres
con ellas.
- 24:2
- Y hallaron la piedra revuelta del sepulcro.
- 24:3
- Y entrando, no hallaron el cuerpo del Señor Jesús.
- 24:4
- Y aconteció, que estando ellas espantadas de esto, he aquí se pararon
junto á ellas dos varones con vestiduras resplandecientes;
- 24:5
- Y como tuviesen ellas temor, y bajasen el rostro á tierra, les dijeron:
¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?
- 24:6
- No está aquí, mas ha resucitado: acordaos de lo que os habló, cuando aun
estaba en Galilea,
- 24:7
- Diciendo: Es menester que el Hijo del hombre sea entregado en manos de
hombres pecadores, y que sea crucificado, y resucite al tercer día.
- 24:8
- Entonces ellas se acordaron de sus palabras,
- 24:9
- Y volviendo del sepulcro, dieron nuevas de todas estas cosas á los once, y
á todos los demás.
- 24:10
- Y eran María Magdalena, y Juana, y María madre de Jacobo, y las demás con
ellas, las que dijeron estas cosas á los apóstoles.
- 24:11
- Mas á ellos les parecían como locura las palabras de ellas, y no las
creyeron.
- 24:12
- Pero levantándose Pedro, corrió al sepulcro: y como miró dentro, vió solos
los lienzos echados; y se fué maravillándose de lo que había sucedido.
- 24:13
- Y he aquí, dos de ellos iban el mismo día á una aldea que estaba de
Jerusalem sesenta estadios, llamada Emmaús.
- 24:14
- E iban hablando entre sí de todas aquellas cosas que habían acaecido.
- 24:15
- Y aconteció que yendo hablando entre sí, y preguntándose el uno al otro,
el mismo Jesús se llegó, é iba con ellos juntamente.
- 24:16
- Mas los ojos de ellos estaban embargados, para que no le conociesen.
- 24:17
- Y díjoles: ¿Qué pláticas son estas que tratáis entre vosotros andando, y
estáis tristes?
- 24:18
- Y respondiendo el uno, que se llamaba Cleofas, le dijo: ¿Tú sólo peregrino
eres en Jerusalem, y no has sabido las cosas que en ella han acontecido estos
días?
- 24:19
- Entonces Él les dijo: ¿Qué cosas? Y ellos le dijeron: De Jesús Nazareno,
el cual fué varón profeta, poderoso en obra y en palabra delante de Dios y de
todo el pueblo;
- 24:20
- Y cómo le entregaron los príncipes de los sacerdotes y nuestros príncipes
á condenación de muerte, y le crucificaron.
- 24:21
- Mas nosotros esperábamos que Él era el que había de redimir á Israel: y
ahora sobre todo esto, hoy es el tercer día que esto ha acontecido.
- 24:22
- Aunque también unas mujeres de los nuestros nos han espantado, las cuales
antes del día fueron al sepulcro:
- 24:23
- Y no hallando su cuerpo, vinieron diciendo que también habían visto visión
de ángeles, los cuales dijeron que Él vive.
- 24:24
- Y fueron algunos de los nuestros al sepulcro, y hallaron así como las
mujeres habían dicho; más á Él no le vieron.
- 24:25
- Entonces Él les dijo: ¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo
lo que los profetas han dicho!
- 24:26
- ¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su
gloria?
- 24:27
- Y comenzando desde Moisés, y de todos los profetas, declarábales en todas
las Escrituras lo que de Él decían.
- 24:28
- Y llegaron á la aldea á donde iban: y Él hizo como que iba más lejos.
- 24:29
- Mas ellos le detuvieron por fuerza, diciendo: Quédate con nosotros, porque
se hace tarde, y el día ya ha declinado. Entró pues á estarse con ellos.
- 24:30
- Y aconteció, que estando sentado con ellos á la mesa, tomando el pan,
bendijo, y partió, y dióles.
- 24:31
- Entonces fueron abiertos los ojos de ellos, y le conocieron; mas Él se
desapareció de los ojos de ellos.
- 24:32
- Y decían el uno al otro: ¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras
nos hablaba en el camino, y cuando nos abría las Escrituras?
- 24:33
- Y levantándose en la misma hora, tornáronse á Jerusalem, y hallaron á los
once reunidos, y á los que estaban con ellos.
- 24:34
- Que decían: Ha resucitado el Señor verdaderamente, y ha aparecido á Simón.
- 24:35
- Entonces ellos contaban las cosas que les habían acontecido en el camino,
y cómo había sido conocido de ellos al partir el pan.
- 24:36
- Y entre tanto que ellos hablaban estas cosas, Él se puso en medio de
ellos, y les dijo: Paz á vosotros.
- 24:37
- Entonces ellos espantados y asombrados, pensaban que veían espíritu.
- 24:38
- Mas Él les dice: ¿Por qué estáis turbados, y suben pensamientos á vuestros
corazones?
- 24:39
- Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy: palpad, y ved; que el
espíritu ni tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo.
- 24:40
- Y en diciendo esto, les mostró las manos y los pies.
- 24:41
- Y no creyéndolo aún ellos de gozo, y maravillados, díjoles: ¿Tenéis aquí
algo de comer?
- 24:42
- Entonces ellos le presentaron parte de un pez asado, y un panal de miel.
- 24:43
- Y Él tomó, y comió delante de ellos.
- 24:44
- Y Él les dijo: Estas son las palabras que os hablé, estando aún con
vosotros: que era necesario que se cumpliesen todas las cosas que están
escritas de mí en la ley de Moisés, y en los profetas, y en los salmos.
- 24:45
- Entonces les abrió el sentido, para que entendiesen las Escrituras;
- 24:46
- Y díjoles: Así está escrito, y así fué necesario que el Cristo padeciese,
y resucitase de los muertos al tercer día;
- 24:47
- Y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y la remisión de
pecados en todas las naciones, comenzando de Jerusalem.
- 24:48
- Y vosotros sois testigos de estas cosas.
- 24:49
- Y he aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros: mas vosotros
asentad en la ciudad de Jerusalem, hasta que seáis investidos de potencia de
lo alto.
- 24:50
- Y sacólos fuera hasta Bethania, y alzando sus manos, los bendijo.
- 24:51
- Y aconteció que bendiciéndolos, se fué de ellos; y era llevado arriba al
cielo.
- 24:52
- Y ellos, después de haberle adorado, se volvieron á Jerusalem con gran
gozo;
- 24:53
- Y estaban siempre en el templo, alabando y bendiciendo á Dios. Amén.
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LA BIBLIA:
VERSIÓN REINA-VALERA DE 1909